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Guardo un recuerdo indeleble de los días sombríos de invierno, cuándo subía a la Tiñosa con el tío abuelo, aspirando ávidamente los olores de los bosquecillos de álamos y quejigos, ya sin hojas y sin color; del romero, de la tierra mojada por las lluvias mansas, que creaban un ambiente melancólico de soledad y recogimiento, en el que la naturaleza parecía muerta, petrificada. A veces salía un rato el sol, llenando los campos y la sierra de luz y haciendo que las gotas de lluvia parecieran chispillas ... (ver texto completo)
En el otoño-invierno, cuándo vas subiendo a la Tiñosa, el paisaje se muestra tristón, aunque muy hermoso, con los álamos y los quejigos del sotobosque desnudos de hojas, que enrojecen y amarillean el suelo. Los arroyos, llenos por las lluvias, cantan y murmuran con más fuerza, y las cabras del Cuco viejo se apiñan en el regazo de la sierra, protegiéndose de los vientos fríos, que con su ulular sobrecogedor, azotan la Horconera y llenan el corazón y el alma del caminante, de melancolías, nostalgias ... (ver texto completo)
El bisabuelo -al que solo traté 3 años-, así como la gente que andaba por la sierra en su época, conocían numerosas leyendas, tradiciones seculares y misterios de la misma, hoy olvidados y arrasados por la modernidad y el desapego, que matan y entierran en el olvido los testimonios del pasado. Decían que hubo una sierra más frondosa y un hermoso valle con bosque de encinas, quejigos y álamos, surcado por arroyuelos que morían en el rio Salado. Todo ello rodeado de leyendas de lobos, bandoleros y ... (ver texto completo)
El caso es que alguna vez, subí aquí con el abuelo a la amanecida y notaba sensaciones extrañas. A esas horas, en la Tiñosa casi todos los seres están quietecitos; esperando que se eleve el sol y venga la luz, para disipar el rocío, las inquietudes y los miedos de la oscuridad. Hasta que va clareando, en ese beso de despedida interminable entre la noche y el alba. El mundo comienza a ser mas hermoso Y algunos pajarillos gorjean y vuelan de un lado a otro. El aroma intenso a monte fresco, a romero, ... (ver texto completo)
Según el tío abuelo, a principios de otoño, los ocasos en la Tiñosa son como un adiós lleno de presagios, con un cielo cabalgado por cúmulos gigantescos, semejando un gran rebaño errante de figuras monstruosas. La luz del atardecer se debilita y tras las crestas lejanas, asoma la luna llena, hermosa y grande, bañando la sierra de plata. Y, ahí, es cuándo las cosas se transforman y comienzan la magia y los misterios de la noche en la Tiñosa, tal como le pasó a el con las ensoñaciones del aquelarre ... (ver texto completo)
Y aun añadió que en la pared de la cueva, escrito con tiza, se leía el siguiente grafiti que venia como anillo al dedo a todo lo que había pasado: " Hay en algunas cosas antiguas una huella de una esencia vaga, mas que un peso o una forma, un éter sutil, impreciso, pero unido a todas las leyes del tiempo y el espacio un signo sutil y vedado de continuidades que los ojos exteriores no llegan a descubrir de dimensiones recluidas que hospedan los años idos y fuera del alcance, salvo para llaves ocultas ... (ver texto completo)
El caso es que alguna vez, subí aquí con el abuelo a la amanecida y notaba sensaciones extrañas. A esas horas, en la Tiñosa casi todos los seres están quietecitos; esperando que se eleve el sol y venga la luz, para disipar el rocío, las inquietudes y los miedos de la oscuridad. Hasta que va clareando, en ese beso de despedida interminable entre la noche y el alba. El mundo comienza a ser mas hermoso Y algunos pajarillos gorjean y vuelan de un lado a otro. El aroma intenso a monte fresco, a romero, ... (ver texto completo)
Esta historia la contó el tío abuelo. En en los últimos días de Septiembre, antes de que llegaran los fríos, gustaba de subir al Morrión para ver los aún largos atardeceres otoñales, con sus vistas incomparables. Uno de esos días, andaba subiendo por entre los roquedales dolomíticos hacia la cueva. Abajo, por Cañatienda, sonaban las esquilas del ganado delo Cuco viejo y en el horizonte rojizo del atardecer, se silueteaban los encinares y los quejigos. Cuándo llegó al Morrión, se sentó en una piedra ... (ver texto completo)
Y aun añadió que en la pared de la cueva, escrito con tiza, se leía el siguiente grafiti que venia como anillo al dedo a todo lo que había pasado: " Hay en algunas cosas antiguas una huella de una esencia vaga, mas que un peso o una forma, un éter sutil, impreciso, pero unido a todas las leyes del tiempo y el espacio un signo sutil y vedado de continuidades que los ojos exteriores no llegan a descubrir de dimensiones recluidas que hospedan los años idos y fuera del alcance, salvo para llaves ocultas ... (ver texto completo)
Visto así, parece hasta bonito, Churri... No, Petrarca. También hay mucha soledad y horas amargas. Cuesta dar el paso que te aleje de la vida programada y previsible, que es lo más cómodo. Y entrar en un mundo desconocido, oliendo siempre a humedad y salitre, con el vomito a flor de piel en cuánto se encrespaba el mar, hasta acostumbrarse. Y lo que os decía, ha cambiado totalmente el paisaje. De los bosquecillos de álamos, quejigos y encinas, hemos pasado a tajos y rocas peladas dolomíticas y algo ... (ver texto completo)
Esta historia la contó el tío abuelo. En en los últimos días de Septiembre, antes de que llegaran los fríos, gustaba de subir al Morrión para ver los aún largos atardeceres otoñales, con sus vistas incomparables. Uno de esos días, andaba subiendo por entre los roquedales dolomíticos hacia la cueva. Abajo, por Cañatienda, sonaban las esquilas del ganado delo Cuco viejo y en el horizonte rojizo del atardecer, se silueteaban los encinares y los quejigos. Cuándo llegó al Morrión, se sentó en una piedra ... (ver texto completo)
" ¿Veis como va cambiando el paisaje? ya no hay casi vegetación... más bien matorral..." "Si, menudos tajos y pedruscos..., y esto se pone chungo..." "Ale, a ponerse en modo alpinista..." "Petrarca, como te decía, fue salir del cortijo y se quedó atrás la infancia y la vida de antes, hasta ser doblegado por el mundo de los adultos y engullido por el orden, la educación, las apariencias, los estudios, la obligación de ser algo importante..., en pocas palabras, fui abducido por el sistema. El tio abuelo ... (ver texto completo)
Visto así, parece hasta bonito, Churri... No, Petrarca. También hay mucha soledad y horas amargas. Cuesta dar el paso que te aleje de la vida programada y previsible, que es lo más cómodo. Y entrar en un mundo desconocido, oliendo siempre a humedad y salitre, con el vomito a flor de piel en cuánto se encrespaba el mar, hasta acostumbrarse. Y lo que os decía, ha cambiado totalmente el paisaje. De los bosquecillos de álamos, quejigos y encinas, hemos pasado a tajos y rocas peladas dolomíticas y algo ... (ver texto completo)
Recuerdo que en los últimos meses que pase en el cortijo, nada era como tenia que ser. Me sentía nervioso, extraño, expectante, acompañado todos los días por las suaves y melancólicas lluvias del otoño. Esperando un destino incierto. Lo cotidiano se hacia aburrido, vacío, alertando todos los sentidos hacia lo que había fuera, hasta que de golpe percibí que se había acabado la infancia. Y comenzaba un ciclo nuevo, en el que la inseguridad y a la vez la madurez y la libertad del alma, comenzaban su ... (ver texto completo)
" ¿Veis como va cambiando el paisaje? ya no hay casi vegetación... más bien matorral..." "Si, menudos tajos y pedruscos..., y esto se pone chungo..." "Ale, a ponerse en modo alpinista..." "Petrarca, como te decía, fue salir del cortijo y se quedó atrás la infancia y la vida de antes, hasta ser doblegado por el mundo de los adultos y engullido por el orden, la educación, las apariencias, los estudios, la obligación de ser algo importante..., en pocas palabras, fui abducido por el sistema. El tio abuelo ... (ver texto completo)
Aunque creo recordar que el abuelo a veces, me hablaba de halcones que atacaban a los pollos que iban con la llueca alrededor del cortijo. También las primillas y el águila real. En aquel tiempo abundaban todos ellos. Para mi, eran seres poderosos y fuertes. Por la noche, cuándo cerraban las puertas del cortijo, me sentía dichoso, porque fuera quedaban esas realidades y todos esos miedos y nosotros quedábamos cerrados al mundo, hasta que amanecía. Era una manera infantil de ver las cosas. Cuándo ... (ver texto completo)
Recuerdo que en los últimos meses que pase en el cortijo, nada era como tenia que ser. Me sentía nervioso, extraño, expectante, acompañado todos los días por las suaves y melancólicas lluvias del otoño. Esperando un destino incierto. Lo cotidiano se hacia aburrido, vacío, alertando todos los sentidos hacia lo que había fuera, hasta que de golpe percibí que se había acabado la infancia. Y comenzaba un ciclo nuevo, en el que la inseguridad y a la vez la madurez y la libertad del alma, comenzaban su ... (ver texto completo)
Por no hablarte de cuándo noto que mi soledad ya no se mueve. Antes se iba, volvía, pero ya no. Y es porque se ha amarrado a ella, hipnotizada por su recuerdo. He intentado llevarla de la mano, que ande por si misma, que aprenda a valerse, que sepa ser independiente, pero es una soledad muy obstinada, Petrarca. Creo que se ha hecho a si misma parte de ese recuerdo, fundiéndose con el, para que solo pueda morir cuándo ella muera. no se si me explico, amigo. "Te explicas, Churri, te explicas. Pero ... (ver texto completo)
Aunque creo recordar que el abuelo a veces, me hablaba de halcones que atacaban a los pollos que iban con la llueca alrededor del cortijo. También las primillas y el águila real. En aquel tiempo abundaban todos ellos. Para mi, eran seres poderosos y fuertes. Por la noche, cuándo cerraban las puertas del cortijo, me sentía dichoso, porque fuera quedaban esas realidades y todos esos miedos y nosotros quedábamos cerrados al mundo, hasta que amanecía. Era una manera infantil de ver las cosas. Cuándo ... (ver texto completo)
Llegando a Puerto Mahina, 4 buitres leonados, hermosos, inmensos, sestean y prospectan el terreno desde las alturas. "! mirar, mirar!, parece que flotan" dice el Ukelele. "Antes no había mecanización agraria; solo tracción animal. Les sobraba comida." "Cuando hay buitres ahí arriba es porque algo huele mal aquí abajo" -sentencia el Muerto mirando los pies del media hostia- "! Tio!, no veas como te cantan los pinreles..." "Haya paz, hermanos. Petrarca, ¿sigues con la concejala de "balconing"?... "No, ... (ver texto completo)
Por no hablarte de cuándo noto que mi soledad ya no se mueve. Antes se iba, volvía, pero ya no. Y es porque se ha amarrado a ella, hipnotizada por su recuerdo. He intentado llevarla de la mano, que ande por si misma, que aprenda a valerse, que sepa ser independiente, pero es una soledad muy obstinada, Petrarca. Creo que se ha hecho a si misma parte de ese recuerdo, fundiéndose con el, para que solo pueda morir cuándo ella muera. no se si me explico, amigo. "Te explicas, Churri, te explicas. Pero ... (ver texto completo)
final de primavera de hace unos cuarenta años en Lagunillas. Amanece. Después de un viaje de 800 km para hacer esta ruta, el Petrarca, el Ukelele, el Canicas, el Muerto -su padre tenia una funeraria- el Media Ostia- y el Churri, serpentean por el camino que sube al Cortijo Alto y pasado este, siguen serpenteando por un recóndito y hermoso sendero, hacia las alturas, hacia la Tiñosa. "Fíjate, Petrarca, atrás quedan miles de gentes, unos al laico de otros, compartiendo tabiques, amoríos, soledades, ... (ver texto completo)
Llegando a Puerto Mahina, 4 buitres leonados, hermosos, inmensos, sestean y prospectan el terreno desde las alturas. "! mirar, mirar!, parece que flotan" dice el Ukelele. "Antes no había mecanización agraria; solo tracción animal. Les sobraba comida." "Cuando hay buitres ahí arriba es porque algo huele mal aquí abajo" -sentencia el Muerto mirando los pies del media hostia- "! Tio!, no veas como te cantan los pinreles..." "Haya paz, hermanos. Petrarca, ¿sigues con la concejala de "balconing"?... "No, ... (ver texto completo)
Era tiempo de siembra y el abuelo me llevó un día con él. Al estar la yegua coja y las mulas arando, subimos a lomos de un borrico de mucha alzada y muy mala leche, al decir del abuelo, haciendo el andar intranquilo y lleno de zozobras, debido a la tozudez del asno, que se negaba a todo; finalmente, el abuelo sacó su mejor versión de encantador de burros, y con 2 algarrobas y muchas zalamerías "ellos, en el fondo, muy en el fondo, son como niños" decía rascándole el lomo, y lo encaminó al lugar de ... (ver texto completo)
final de primavera de hace unos cuarenta años en Lagunillas. Amanece. Después de un viaje de 800 km para hacer esta ruta, el Petrarca, el Ukelele, el Canicas, el Muerto -su padre tenia una funeraria- el Media Ostia- y el Churri, serpentean por el camino que sube al Cortijo Alto y pasado este, siguen serpenteando por un recóndito y hermoso sendero, hacia las alturas, hacia la Tiñosa. "Fíjate, Petrarca, atrás quedan miles de gentes, unos al laico de otros, compartiendo tabiques, amoríos, soledades, ... (ver texto completo)
Era tiempo de siembra y el abuelo me llevó un día con él. Al estar la yegua coja y las mulas arando, subimos a lomos de un borrico de mucha alzada y muy mala leche, al decir del abuelo, haciendo el andar intranquilo y lleno de zozobras, debido a la tozudez del asno, que se negaba a todo; finalmente, el abuelo sacó su mejor versión de encantador de burros, y con 2 algarrobas y muchas zalamerías "ellos, en el fondo, muy en el fondo, son como niños" decía rascándole el lomo, y lo encaminó al lugar de ... (ver texto completo)