Si al primero que hizo un destrozo no le hubiérais reído la gracia, sino que le hubiérais recriminado su actitud, tal vez no hubiera quedado tan destrozado. Aunque, claro, uno por aquí, otro por allí; ahora yo, ahora tú, y como no sabemos divertirnos, pues... Lástima que el conocimiento y la razón lleguen tan tarde actualmente a la cabeza de los jóvenes.