Tras la batalla naval de Alalia (535 a. C.), en la que etruscos y cartagineses se aliaron contra los griegos, Cartago se convierte en dueña indiscutible del Mediterráneo Occidental, absorbiendo poco a poco cada una de las ciudades fenicias. Cortada la ruta hacia Iberia, los focenses cesan el
comercio con Tartessos y Gadir se convierte en la base de un nuevo monopolio comercial en el Atlántico y Mediterráneo Occidental, contribuyendo seguramente al desplome económico de Tartessos, que acabó sumiéndose en el olvido.