¿Sabes una cosa, amigo?
Que por culpa de las avispas tu saliste con el honor por los suelos, pero yo, por culpa de iguales amigas, terminé con la cabeza y algunas otras partes del cuerpo, rojas e inflamadas, produciéndome en la ocasión un estado de abatimiento fatal, y cuyo resultado fue, ocasionarme la pérdida de toda la fiesta de casamiento de un tío (hermano de mamá), que tuvo lugar al medio día de la misma jornada en que ocurrió el hecho que te comento.
Preguntarás ¿Por qué y cómo? Y te respondo.
El hecho ocurrió hace más de sesenta años en Santa María de Nieva, no recuerdo la fecha.
No se ahora, pero por entonces los chiquillos mirábamos donde iban a caer los cohetes después que explotaban y corríamos a buscarlos, tratando de conseguir el carrete de los mismos con el hilo que llevaban. Después lo exhibíamos como un trofeo.
He aquí que uno de los cohetes tirados con motivo del casamiento, cayó en las chumberas (paleras), que había en las cercanías y del lado derecho de la Iglesia. Y allí llegué yo y solamente yo, encontrando no solo al reventado cohete sino también a un avispero y a su impaciente enjambre de malditas avispas, que me dejaron el cuerpo mucho peor que lo hicieron con tu elevado honor. La tarde del casamiento la pasé –gracias a los cuidados de mi madre-, acostado, dolorido y soñoliento, casi envenenado, sin mayores consecuencias, salvo la pérdida de la fiesta de casamiento al principio mencionada.
Tú, amigo, la sacaste barata.
Yo, todavía recuerdo ese hecho.
Que por culpa de las avispas tu saliste con el honor por los suelos, pero yo, por culpa de iguales amigas, terminé con la cabeza y algunas otras partes del cuerpo, rojas e inflamadas, produciéndome en la ocasión un estado de abatimiento fatal, y cuyo resultado fue, ocasionarme la pérdida de toda la fiesta de casamiento de un tío (hermano de mamá), que tuvo lugar al medio día de la misma jornada en que ocurrió el hecho que te comento.
Preguntarás ¿Por qué y cómo? Y te respondo.
El hecho ocurrió hace más de sesenta años en Santa María de Nieva, no recuerdo la fecha.
No se ahora, pero por entonces los chiquillos mirábamos donde iban a caer los cohetes después que explotaban y corríamos a buscarlos, tratando de conseguir el carrete de los mismos con el hilo que llevaban. Después lo exhibíamos como un trofeo.
He aquí que uno de los cohetes tirados con motivo del casamiento, cayó en las chumberas (paleras), que había en las cercanías y del lado derecho de la Iglesia. Y allí llegué yo y solamente yo, encontrando no solo al reventado cohete sino también a un avispero y a su impaciente enjambre de malditas avispas, que me dejaron el cuerpo mucho peor que lo hicieron con tu elevado honor. La tarde del casamiento la pasé –gracias a los cuidados de mi madre-, acostado, dolorido y soñoliento, casi envenenado, sin mayores consecuencias, salvo la pérdida de la fiesta de casamiento al principio mencionada.
Tú, amigo, la sacaste barata.
Yo, todavía recuerdo ese hecho.