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SANTA MARIA DE NIEVA: ¡ALLÁ VA MI BURRA!...

¡ALLÁ VA MI BURRA!

Conozco más de un lugar,
del que sus mismos vecinos,
desconocen los caminos
por donde se puede andar;
del que, cerrada al progreso
toda comunicación,
solamente en avión
se le puede dar acceso.
Úrcal, por muchas razones,
no se encuentra en este atraso.
¡Úrcal ha dado un gran paso
en las comunicaciones!
Ya, en la conducción postal,
a dos PATAS de un peatón,
suplen con igual misión
las cuatro de un animal.
¿Hay algo que justifique
de este objeto la tendencia?
¿Va bien la correspondencia
en las espaldas de Enrique?
Por talismán, me creo
que envidia sientas, lector;
y dirás, ¿Dónde mejor
puede llevarse el correo?
Más, con tus supersticiones,
no habrá razón que decida
que Enrique pase la vida
cabalgando en los talones.
Hay que evitar la jornada
que hace con trabajo inmenso;
hay que lograr un ascenso
y hacerle plaza montada.
Al efecto, como cuenta
a quien a su voz acuda,
y su voz pide una ayuda,
le han comprado una jumenta
que por todo el que es tratada
en la boca se adivina,
que es una joven pollina,
una borrica agraciada.
Y el hado, que planta y fija
donde le place su mano,
la destinó de antemano,
a conducir la valija.
¿Qué cómo se la han comprado?
Pues, lector, sencillamente,
recurriendo a lo corriente:
a un nuevo impuesto creado,
que Enrique a sus amistades
hizo pagar sin pretexto,
y pasó por el Impuesto
que llaman de Utilidades.
Por cierto que el cupo entero
Sin apremio se cobró,
Y si alguien contribuyó
con todo el “cuarto trasero”,
mi modestia me aconseja
a confesar, de mi boca,
que mi parte ha sido poca:
Solo he pagado una oreja.
Más no hace al caso la parte,
Enrique, de cada cual.
¿Hay burra? Es lo principal.
Puedes en ella montarte.
Y con su carga postal,
sale, y en nada repara.
Para dar marcha, la vara,
y por volante el ramal;
y luchando en el deseo
de llegar a su destino,
a una piedra en el camino
le grita: ¡Paso al correo!
Ya puedes, lanzando un ¡hurra”
vencer la mayor carrera;
y, ya, te dirá cualquiera:
¡Enrique, que tienes “burra”
Cómprale paja y cebada,
no le escatimes el pienso,
que bien merece tu ascenso
el tenerla alimentada.
Pórtate como buen amo,
que ella, si ve algo mal hecho,
en uso de su derecho,
se irá al Ministro del ramo.
Y si esto no, tu dirás
si algún día, vengativa,
sobre un risco te derriba
para “jorobarte” más.