Estos versos, que forman parte de una poesía de Sor Juana Inés de la Cruz, los he transcripto porque considero, que yo –si tuviera cerebro-, podría haberlos escrito estos días.
Tal vez sean un poco tristones, pero ayudan a …. Y como también dijo la misma poetisa: al que no le guste la pieza,
que no desenvuelva el fardo.
Ésta, mi triste pluma te hablará torpe
con las lágrimas que vierto,
porque va borrando el agua
lo que va dictando el fuego.
Hablar me impiden mis ojos;
y es que se anticipan ellos,
viendo lo que he de decirte,
a decírtelo primero.
………………………
Mira la fiera borrasca
que pasa en el mar del pecho,
donde zozobran, turbados,
mis confusos pensamientos.
Mira cómo ya el vivir
me mira de afán grosero;
que se avergüenza la vida
de durarme tanto tiempo.
…………………………
Ya no me sirve la vida
esta vida que poseo,
sino de condición sola
necesaria al sentimiento.
Más ¿por qué gasto razones
en contar mi pena y dejo
de contar lo que es preciso,
por decir lo que estás viendo?
……………………………..
¿Qué no he de ver tu semblante,
que no he de escuchar tus ecos,
que no he de gozar tus brazos
ni me ha de animar tu aliento?
… ¿Por qué me llevas el alma,
dejándome el sentimiento.
………………………………
Acuérdate, señor mío,
de tus nobles juramentos;
y lo que juró tu boca
no lo desmientan tus hechos.
Y a Dios; que con el ahogo
que me embarga los alientos,
ni sé ya lo que te digo
ni lo que te escribo leo.
Tal vez sean un poco tristones, pero ayudan a …. Y como también dijo la misma poetisa: al que no le guste la pieza,
que no desenvuelva el fardo.
Ésta, mi triste pluma te hablará torpe
con las lágrimas que vierto,
porque va borrando el agua
lo que va dictando el fuego.
Hablar me impiden mis ojos;
y es que se anticipan ellos,
viendo lo que he de decirte,
a decírtelo primero.
………………………
Mira la fiera borrasca
que pasa en el mar del pecho,
donde zozobran, turbados,
mis confusos pensamientos.
Mira cómo ya el vivir
me mira de afán grosero;
que se avergüenza la vida
de durarme tanto tiempo.
…………………………
Ya no me sirve la vida
esta vida que poseo,
sino de condición sola
necesaria al sentimiento.
Más ¿por qué gasto razones
en contar mi pena y dejo
de contar lo que es preciso,
por decir lo que estás viendo?
……………………………..
¿Qué no he de ver tu semblante,
que no he de escuchar tus ecos,
que no he de gozar tus brazos
ni me ha de animar tu aliento?
… ¿Por qué me llevas el alma,
dejándome el sentimiento.
………………………………
Acuérdate, señor mío,
de tus nobles juramentos;
y lo que juró tu boca
no lo desmientan tus hechos.
Y a Dios; que con el ahogo
que me embarga los alientos,
ni sé ya lo que te digo
ni lo que te escribo leo.
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