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RODALQUILAR: Antonio, lo pase muy bien con la “lumbrera” todavía...

hola Antonio Felices, recuerdos de niños precisamente en este dia las hogures que se formaban en las calles del pueblo, haber cual era la mas grande y despues cuando se estaba apagando, todos a saltarlas, ya no estamos para hacer eso pero si para recordarlos como si fuese ayer mismo. Antonio! llevo mucho tiempo intentando recordar quien es este paisano, "Ramón Perez MOntoya", pienso en quien puede ser, aquel chaval larguirucho, delgado que vivia cerca de la escuela de Don Marian, total no veo en mi mente quien es claramante.

Os deseo un feliz año, ya que antes de ahora no pude hacerlo, aunque nunca es tarde para ello

saludos a todos los que me lean

Hola Juan:
Aunque le hayas preguntado a nuestro amigo Antonio por mi persona, permíteme que intente aclarar tus ideas sobre quien soy y a la vez pido perdón por adelantarme a Antonio.
Por lo leído en tus mensajes tampoco me acuerdo de ti, solo sé, que naciste en las Hortichuelas y luego pasaste a vivir en Rodalquilar pero no sé si en las casas nuevas o en donde, tengo pocos datos para acordarme de ti o de tu familia.
Yo nací en las casillas del Pintado a la altura de donde vivía Concha “la de los garbanzos”, con dos años nos fuimos a vivir a las casas nuevas al primer grupo de 4 casas que hay o habían en la parte de arriba del pueblo frente a la casa de D. Mariano, al lado de mi puerta vivió al principio nuestro amigo Manuel Méndez Compan y algo más tarde Antonio Gregorio, a nuestras espaldas y patio con patio vivían Manuel Giménez y Dolores Berenguer, y en la otra casa estuvo viviendo Basilio Domínguez y luego hubo otra familia pero no recuerdo cual.
Mi padre, Manuel Pérez Fernández (Apolinar) mi madre Josefa Montoya (Josefa la de Apolinar) Mi hermano Manuel apodado “el zocato” por ser zurdo, el cual cumplirá en Junio 64 años, mi hermana Josefa (Josefica Apolinar) cumplirá en Agosto 67 años.
Si vivías en las casas nuevas quizás te acuerdes de esta anécdota provocada por mi madre en unos carnavales, anécdota, que a día de hoy cuando voy a Rodalquilar hay gente que me lo recuerda. A pesar de que en aquellos tiempos al igual que otras cosas, los carnavales estaban prohibidos pero en nuestro valle se nos permitían algunas cosas y la “ley” miraba para otro lado en ciertos momentos. Así que mi padre le hizo un muñeco a mi madre de las medidas de un hombre, con un escleto de madera y paja, rellenó un mono de trabajo, ojos de un muñeco, le pintó boca y demás, le encasquetó una boina vieja y de la bragueta le salía al “muchacho una enorme guindilla picante de aquellas coloradas. Mi madre que era graciosa y mucho de la guasa, se “esparrataó” en la cadera a aquél “muchacho” y estuvo toda la tarde paseando y platicando por las calles del pueblo con el susodicho “muchacho” a horcajadas, al cual se dirigía en sus pláticas llamándole por su nombre, nombre, con el cual ella misma bautizó aunque no recuerdo cual era pero seguro que alguno muy acorde a la fiesta.
Amigo Juan, espero que estos pequeños detalles te puedan ayudar a recordar mi identidad, esa es mi intención.
P. D ¿En qué lugar vivías, de que familia eres, hermanos?
Un cordial saludo.
Ramón

-Amigo Ramón, pensaba preguntarte si le contestabas tú o lo hacía yo a Juan el de Evaristo, como todos le llamábamos en Rodalquilar, ya he visto que lo has sacado de dudas y al final ha conseguido recordarte, yo pensaba hablarle de tu hermano Manuel, pues conociendo a los dos sabía que eran de la misma edad y que seguro que habían coincidido en la escuela.
Bueno Ramón, espero que las hogueras de San Antón de anoche las hayas disfutado como habíamos planeado, pues que yo sepa no hubo ningún percance serio en todo el pueblo, a excepción de algunas pequeñas quemaduras pero sin ninguna importancia, esta mañana cuando me levanté para ir a la escuela pude ver que aún quedaban restos de las lumbres de anoche, yo pienso que la que hicimos en nuestra calle fue de las más grandes.

Un abrazo para todos, Antonio Felices.-

Antonio, lo pase muy bien con la “lumbrera” todavía siento el clásico ruido que hacían las aliagas y las rascaviejas al arder en aquella enorme hoguera, en el “apartado de accidentes” ninguno serio, solo que un “espabilao” cogió por el extremo entre los dedos índice y pulgar, un petardo que no había explotado y cuando lo miraba, pum, explotó y gracias a Dios no le hizo nada, pero aun lo veo dando vueltas sacudiendo la mano y metiéndosela debajo “el sobaco” y diciendo ¡me los ha dejado muertos! Seguro que ya no coge más petardos que fallan.
Saludos a los de ésta casa.


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