Esta noche de Nochebuena, mientras veo la televisión haciendo zapping de una cadena a la otra, me he quedado viendo en la 1 de tve la actuación de Segio Dalma y al finalizar ésta veo aparecer a Ana Belén cantando y después canta boleros junto a Miguel Bosé, pero mi mente, a pesar de que me gusta el programa, no está puesta en la tele, mi mente está a setecientos y pico kilómetros de mi cuerpo. En esos momentos, mi mente está puesta en los recuerdos de la Misa del Gallo de Nochebuena, en Rodalquilar, pero mi pensamiento no está sólo a setecientos y pico kilómetros, además, está a una distancia en el tiempo entre cuarenta y cinco y cincuenta años atrás. Estoy mentalmente situado en los finales de los cincuenta y principios de los sesenta, pero sin precisar el año, porque es materialmente imposible, y sigo recordando aquellas Misas del Gallo de las que Antonio el Totorreoyo podría hablar con conocimiento de causa, y contarnos de qué manera se formaba la fila, para ir a besar la imagen del Niño, que presentaban a los feligreses en una cesta-cuna, que llevaba en su cabecero una cruz, y a la que tras el beso de cada feligrés le pasaban un pañito para limpiar la imagen.
Según mi ordenador, faltan cinco minutos para las doce de la noche, y por tanto va a empezar la Misa del Gallo, así es que os dejo porque voy a seguir con mis pensamientos y mis recuerdos.
Un abrazo para todos de Hermenegildo García Pino.
Según mi ordenador, faltan cinco minutos para las doce de la noche, y por tanto va a empezar la Misa del Gallo, así es que os dejo porque voy a seguir con mis pensamientos y mis recuerdos.
Un abrazo para todos de Hermenegildo García Pino.
