Los años cuarenta y parte de los cincuenta fueron muy duros y de muchas calamidades.
A causa de la maldita Silicosis muchas mujeres quedaron viudas en plena juventud y con la pena de ver a sus hijos pasando hambre y mal vestidos, muchos de ellos y aun siendo infantes, morían por cualquier enfermedad por no tener los mínimos medios para intentar que esto no ocurriese, simplemente usaban medios caseros o se encomendaban a Dios y a esperar. Mis propios padres en el año 44 perdieron en 14 días a sus dos primeros hijos quedándose sin ninguno por culpa de la meningitis derivada por tanta calamidad (supongo). Aquellas mujeres viudas o no, tenían que ganarse el sustento de sus hijos saliendo al monte a coger leña, esparto, palmas o cogollo o trabajar duramente en alguna sección perteneciente a la mina.
Todas padecieron el miedo a la mina, en principio al accidente, más tarde cuando se conoció, a la Silicosis; pocos fueron los que escaparon a las garras de esta enfermedad y otros al poco tiempo de estar en la mina, marcharon para evitar la enfermedad sin saber que ya estaban “tocados” por esta.
Siendo muy pequeño, recuerdo que cuando mi padre se levantaba a las 05horas para ir a la mina venía a mi cama para besarme, siempre lo hacía con los tres hijos, pero a mí me llevaba a la cama con mi madre por ser el más pequeño, hecho que a mí me gustaba, pues me acurrucaba en el vientre de mi madre y sentía su calor. Nada más sentir la puerta cuando mi padre la cerraba tras de sí, mi madre empezaba a rezar una ¿oración, plegaria?
Manuel Pérez Fernández (APOLINAR)
La mano de Jesucristo valla en tu compañía,
La de la virgen María de noche y de día,
El paño en el que Jesucristo fue envuelto,
Te tape el alma y el cuerpo,
Que no seas herido ni grabe ni muerto.
La primera vez que la sentí rezar esta oración le pregunté por qué lo hacía, ella me lo explicó y a pesar de mi corta edad la comprendí.
Dejo de escribir, porque soy de lágrima fácil y no puedo seguir.
Un abrazo.
A causa de la maldita Silicosis muchas mujeres quedaron viudas en plena juventud y con la pena de ver a sus hijos pasando hambre y mal vestidos, muchos de ellos y aun siendo infantes, morían por cualquier enfermedad por no tener los mínimos medios para intentar que esto no ocurriese, simplemente usaban medios caseros o se encomendaban a Dios y a esperar. Mis propios padres en el año 44 perdieron en 14 días a sus dos primeros hijos quedándose sin ninguno por culpa de la meningitis derivada por tanta calamidad (supongo). Aquellas mujeres viudas o no, tenían que ganarse el sustento de sus hijos saliendo al monte a coger leña, esparto, palmas o cogollo o trabajar duramente en alguna sección perteneciente a la mina.
Todas padecieron el miedo a la mina, en principio al accidente, más tarde cuando se conoció, a la Silicosis; pocos fueron los que escaparon a las garras de esta enfermedad y otros al poco tiempo de estar en la mina, marcharon para evitar la enfermedad sin saber que ya estaban “tocados” por esta.
Siendo muy pequeño, recuerdo que cuando mi padre se levantaba a las 05horas para ir a la mina venía a mi cama para besarme, siempre lo hacía con los tres hijos, pero a mí me llevaba a la cama con mi madre por ser el más pequeño, hecho que a mí me gustaba, pues me acurrucaba en el vientre de mi madre y sentía su calor. Nada más sentir la puerta cuando mi padre la cerraba tras de sí, mi madre empezaba a rezar una ¿oración, plegaria?
Manuel Pérez Fernández (APOLINAR)
La mano de Jesucristo valla en tu compañía,
La de la virgen María de noche y de día,
El paño en el que Jesucristo fue envuelto,
Te tape el alma y el cuerpo,
Que no seas herido ni grabe ni muerto.
La primera vez que la sentí rezar esta oración le pregunté por qué lo hacía, ella me lo explicó y a pesar de mi corta edad la comprendí.
Dejo de escribir, porque soy de lágrima fácil y no puedo seguir.
Un abrazo.
