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José Miguel Burgui Ongay y sus aficiones jacobeas.
Bendición de peregrinos
En junio del año 2002, se editó una Bendición de Peregrinos con texto de José Miguel Burgui, sobre un díptico ilustrado por Andrés Herrera. El impreso incluía un inspirado poema dedicado a Santiago, del mismo autor, que publicamos a continuación. El díptico puede descargarse aquí.
Yago, Santiago
Intrépido, valeroso,
guerrero, con espada,
y con deseos de fuego.
Hijo del Trueno, Boanerges,
amigo predilecto de Jesús,
discípulo indómito y rebelde.
Yago, Santiago,
dejaste las redes
y fuiste pescador de hombres.
Mensajero de Jesús
hasta “el fin de la tierra”,
sin miedos ni penas.
Yago, Santiago,
con ánimos decaídos,
te apoyabas en el Pilar
de Nuestra Señora.
Yago, Santiago,
el Mayor y el primero
en dar la vida.
Apóstol, amigo,
luz del camino,
meta en el destino.
Yago, Santiago,
conduce los pasos
del peregrino.
Ilumina su rostro,
fortalece su corazón,
dale aliento;
quítale obstáculos,
sé plácida sombra
y frescor en la calima,
brisa que mueva su nave
y la empuje a puerto seguro.
Yago, Santiago,
señala con tu flecha
el sendero y la meta.
Yago, Santiago,
apuntala la fe,
sé apoyo y bordón,
vieira y señal,
empuje y vida.
Es de noche en el camino;
a descansar, peregrino
que mañana es otro día.
Recostado en el suelo,
reposa tu cuerpo reventado.
El alba te espera de nuevo.
José Miguel Burgui
11 Junio 2002
José Miguel Burgui Ongay y sus aficiones jacobeas.
Bendición de peregrinos
En junio del año 2002, se editó una Bendición de Peregrinos con texto de José Miguel Burgui, sobre un díptico ilustrado por Andrés Herrera. El impreso incluía un inspirado poema dedicado a Santiago, del mismo autor, que publicamos a continuación. El díptico puede descargarse aquí.
Yago, Santiago
Intrépido, valeroso,
guerrero, con espada,
y con deseos de fuego.
Hijo del Trueno, Boanerges,
amigo predilecto de Jesús,
discípulo indómito y rebelde.
Yago, Santiago,
dejaste las redes
y fuiste pescador de hombres.
Mensajero de Jesús
hasta “el fin de la tierra”,
sin miedos ni penas.
Yago, Santiago,
con ánimos decaídos,
te apoyabas en el Pilar
de Nuestra Señora.
Yago, Santiago,
el Mayor y el primero
en dar la vida.
Apóstol, amigo,
luz del camino,
meta en el destino.
Yago, Santiago,
conduce los pasos
del peregrino.
Ilumina su rostro,
fortalece su corazón,
dale aliento;
quítale obstáculos,
sé plácida sombra
y frescor en la calima,
brisa que mueva su nave
y la empuje a puerto seguro.
Yago, Santiago,
señala con tu flecha
el sendero y la meta.
Yago, Santiago,
apuntala la fe,
sé apoyo y bordón,
vieira y señal,
empuje y vida.
Es de noche en el camino;
a descansar, peregrino
que mañana es otro día.
Recostado en el suelo,
reposa tu cuerpo reventado.
El alba te espera de nuevo.
José Miguel Burgui
11 Junio 2002
