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UJUE: OLLARRA EN DN, jueves 13 de mayo de 1999...

OLLARRA EN DN, jueves 13 de mayo de 1999

Pueblo y clero

SIGUE la polémica sobre el cambio de fechas de las romerías a Ujué. La intervención del arzobispo no fue bien acogida por la mayoría de pueblos que quieren seguir una tradición. El caso de Olite es distinto: las dos parroquias peregrinaban por su cuenta y se han unido en paz y gracia. -

El sacerdote tafallés Pedro Flamarique acaba de publicar un libro, «Tafalla y la Virgen de Ujué», que supera las consabidas apologías devocionales que suelen añadir pocos conocimientos. Creo que es lo mejor, prácticamente lo único, que se ha escrito sobre la «romería grande». La obra supone rigurosa investigación y una observación directa de muchos años. Desde la primera fecha, 1490, en que ya se constata que la procesión era tradicional, el autor va refiriendo la evolución y los diversos aspectos, religiosos, rituales, musicales, gastronómicos y costumbristas. Un trabajo ameno y documentado, escrito con cariño hacia la Madre de Ujué.

Plantea Flamarique el actual desdoblamiento de la romería, sin llegar a conclusiones concretas. Yo tampoco voy a entrar en el tema. Bastante se ha escrito. Sí quiero decir algo sobre la influencia del clero, alto y bajo, en la devoción popular. Es decir, del clericalismo, definido como una intervención excesiva que impide el ejercicio de los derechos a los demás miembros del Pueblo de Dios. Dice muy bien Flamarique que la romería nació «del pueblo, con el pueblo y del espíritu del pueblo» (con mayúsculas). A veces la jerarquía eclesiástica iba por un lado y el pueblo y su representación oficial por otro. Hay ejemplos en el libro. En 1580 un decreto del Obispado suprime la Procesión de Letanías «en vista de los excesos que se cometen» y esta vez fue el Cabildo de Santa María el que recurrió y se salvó la romería. No tuvieron igual suerte Peralta, Sangüesa y otros pueblos de la Valdorba, cuyas «letanías» fueron suprimidas por mandatos episcopales.

Un año después, 1581, pleitearon Ayuntamiento y Cabildo. El clero se negaba a subir a Ujué «porque no era obligación canónica, sino voluntaria». La sentencia falló contra el Cabildo, aunque obliga al regimiento a pagar «la comida y un ducado a cada uno de dicho Cabildo». El Ayuntamiento todos los años pedía permiso al obispo, lo que indica que la iniciativa era seglar. A los beneficiados y clérigos se les abonaba «salario a título de escote», que se sube de tres tarjas a un ducado en el siglo XVI. Todavía en 1879, ayer como quien dice, el Cabildo revindicó más retribución, que pasó de dos reales a cada uno de los que asistían a la procesión, a treinta pesetas «para todos los curas».

No soy anticlerical. Sí creo que a los legos, al pueblo de Dios, hay que dejarles su protagonismo sin jerárquicas interferencias. Suele decirse que el mejor árbitro es el que pasa desapercibido. Podían aprender algunos clérigos de los árbitros de fútbol.