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Colinas y vaguadas huidizas, de escorzo desconfiado, separan este baluarte de la Sierra de Ujué, en cuya cresta plantó sus reales Carlos II El Malo, un monarca pendenciero que arruinó al país por sus riñas con franceses y castellanos durante el siglo XIV y que quiso, al parecer, redimir sus muchos pecados construyendo una mezcla de cuartel y santuario; y sobre todo dejando claro en su testamento que su corazón había de reposar en una arqueta ... (ver texto completo)
Colinas y vaguadas huidizas, de escorzo desconfiado, separan este baluarte de la Sierra de Ujué, en cuya cresta plantó sus reales Carlos II El Malo, un monarca pendenciero que arruinó al país por sus riñas con franceses y castellanos durante el siglo XIV y que quiso, al parecer, redimir sus muchos pecados construyendo una mezcla de cuartel y santuario; y sobre todo dejando claro en su testamento que su corazón había de reposar en una arqueta ... (ver texto completo)