La capital pontevedresa se ha convertido además en los últimos quince años en una de las ciudades más peatonales de
España. El
casco antiguo de la ciudad y una buena parte del Ensanche están peonalizados, por lo que en esas zonas el transporte a motor está restringido a residentes y servicios. En 2010,
Pontevedra fue la primera capital de provincia de España en reducir a 30 kilómetros por hora la velocidad máxima en el casco urbano.