Durante los siglos xvii y xviii la ciudad vive un apacible letargo solo roto por la
Iglesia que realiza diversas obras unas a instancias de los obispos y otras por órdenes religiosas como los jesuitas que se instalan en la ciudad a mediados del siglo xvii. A principios del siglo xix,
Orense es una pequeña ciudad poblada principalmente por hidalgos, artesanos y religiosos destacando la figura del Cardenal Quevedo que forma parte de las Cortes de
Cádiz.