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Gentilicio:
Situación:
22 Kilómetros de La Coruña, dirección Finisterre por la costa. 17 km. desde Carballo por Baldaio
Ayuntamiento:
A Laracha.
Monumentos:
Ermita de Los Milagros, Convento de los Agustinos, Pazo de Bermúdez de Castro.
Fiestas:
XXV TROFEO CONCELLO DE LARACHA DE FÚTBOL PLAYA (junio, julio, agosto 2009) FESTA DA SARDIÑA, sábado de julio 2009 (20 horas en el Puerto) FIESTA DE CORPUS, sábado 18 julio 2009 FIESTA DEL CARMEN, domingo 19 de julio 2009 (13 horas Procesión Marítima) FIESTA DEL MEJILLÓN, sábado 8 de agosto 2009 (20 horas en el Puerto) FESTA DEL VERANEANTE, sábado de agosto 2009 (20 horas en el Puerto) FESTA DA PRAIA, agosto 2009 FIESTAS DE LOS MILAGROS, 6, 7, 8 y 9 de septiembre 2009 (día 8 Romería de Los Milagros) Organiza: Asociación Cultural y Deportiva PEÑA ROYAL de Caión Colabora: Concello de Laracha
Costumbres:
Despues de pasar un maravilloso día de playa, al atardecer es costumbre de acercarse a los locales de hostelería del pueblo a saborear las sabrosas sardinas asadas con cachelos y pimientos de Padrón.
Historia:
Los topónimos "Cayo", "Cayón", "Caión" están relacionados con vocablo galo: CAGIO- "seto", "campo cercado". Está atestiguado CAGIION en una inscr. sobre teja de Cajarc, y CAIO "campo o cercado" en el glosario de Vienne, éste último con debilitamiento de la g intervocálica en galo tardío, sobreviviendo en los vocablos franceses: quai, chai... La palabra parece haber designado inicialmente un "terraplén de piedras en un río" y es posible rastrearla en la toponimia (Caiocum > Cayeux-sur-Mer) y en la antroponimia antiguas (Caiunus, Cagius; etc…). En la toponimia española podemos encontrar Cayón, en Cantabria, que hace honor al significado, ya que lo atraviesa el río Pisueña; otro Caión está encajado entre las sierras de Caballar, Carceña y Serracín; Caión aparece también, de forma documentada, en 1198 en la zona de Oña (Burgos); Caión, en la provincia de A Coruña en Galicia. El nombre de Caión, según Fernando Cabeza Aquiles, tiene que ver con su paisaje y el litoral marino. El nombre de la villa se encuentra por primera vez en el año 1334 en un escrito que hace referencia a Fernán de Caión. Sin embargo, las escasas fuentes nos impiden asegurar con rotundidad a quién pertenecía esta villa en tiempos medievales. Las propiedades pertenecientes en el año 1486 a Don Ruíz Sánchez del Moscoso nos hacen pensar en el dominio por parte de los Montaos, en cuyo linaje se incluye a Don Fernando Bermúdez de Castro, fundador de Los Agustinos de Caión. Hijo de Alonso de Castro Osorio, Mayor de Valcárcel, y de María de Valcárcel, Fernando Bermúdez de Castro nació un 20 de noviembre de 1481. El apellido Bermúdez de Castro se unió en el siglo XV, según consta en el testamento de Don Fernando de Castro (Ourense 20-IX-1481), quien era era nieto de los condes de Lemos: Beatriz Enríquez de Castro y Pedro Álvarez Osorio (1-II-1486) e hijo de Alonso de Castro Osorio, Mayor de Valcárcel. El apellido Bermúdez de Castro se unió en el siglo XV, según consta en el testamento de Don Fernando de Castro (Ourense 20-IX-1481), quien era era nieto de los condes de Lemos: Beatriz Enríquez de Castro y Pedro Álvarez Osorio (1-II-1486) e hijo de Alonso de Castro Osorio, Mayor de Valcárcel. Se casó con Doña Inés de Bermúdez, hija de Pedro Bermúdez de Rioobó ("el viejo") y de Leonor de Castro y Guzmán. Tras el fallecimiento de su suegro, adoptó el nombre del mismo Don Pedro Bermúdez de Castro, señor de Montaos, de la Penela y de Nogueira, tal y como se había concertado al casarse con Doña Inés. Actualmente se encuentra enterrado en la colegiata de Santa María del Campo de A Coruña de la que fue el primer abad. Son varios los documentos posteriores a estas fechas con referencias a la villa de Caión. Sin ir más lejos, en la actual Plaza de Vilafano está situado un palacio del siglo XVI, concretamente del año 1548, y perteneciente a Don Fernando Bermúdez de Castro, señor temporal de la villa de Caión. En su cara norte, aunque muy deteriorado, aún hoy se pueden contemplar sus dos plantas de sillería regular abanderadas por su torre. En aquel lugar se centraban los estados de los Sres. Bermúdez de Castro, y desde él administraban justicia con cárcel y administraciones propias. Don Fernando y su especial afecto por la Orden de Los Agustinos influyó de manera decisiva en la construcción de un convento, aprobado en el año 1548, y con la advocación de Nuestra Sra. del Socorro por el Papa Paolo III se comienza a construir el monasterio, quedando en 1955 su iglesia establecida como parroquia y administrada por el prior del convento. Hasta esas fechas, el centro parroquial se situaba en una capilla románica donde ahora se encuentra la ermita de Nuestra Sra. de Los Milagros. La prosperidad del convento en los siglos XVII y XVIII hizo que éste y la iglesia estuvieran ornamentados con objetos sagrados, mobiliario, altares, vestuarios sacerdotales y diferentes reliquias que lo convertían en un auténtico museo de arte sacro. En el reinado de Carlos III (1767), los Jesuitas fueron expulsados de su convento situado en la plazoleta de San Agustín en A Coruña (actual Iglesia de San Jorge). Los Agustinos de Caión se hicieron cargo de esa iglesia y convento, disfrutando de ese privilegio hasta el año de 1838 en que se suprimieron las órdenes monásticas y fueron confiscados todos sus bienes. Se inicia entonces la etapa señorial y la sociedad feudal. La expansión económica de base agrícola, la reactivación del marisqueo junto con el comercio marítimo propician el crecimiento del casco urbano de Caión donde no sólo residían nobles, sino también una diversa población dedicada a varios oficios, originándose así actividades artesanales, comerciales y de servicios. Estos cambios en el reparto de la riqueza, por supuesto, no afectaron a todos por igual pues el convento, dirigido por los frades expertos, contaba con el trabajo de labradores y marineros, a quienes pagaban con una renta fija, o bien proporcional, casi siempre en especies. La estructura social de Caión en el siglo XIX experimentó más un cambio aparente que sustancial. La emigración constante es la que recorta el crecimiento humano en los últimos años. Así, la población de Caión presenta un saldo evolutivo bien pobre si lo comparamos con la población de las ciudades. A pesar de esto, Caión entra en el siglo XX con unos índices demográficos de aceptable modernidad, siendo lento pero decidido el crecimiento urbano. Con la abolición de los señoríos y feudalismos llega una época histórica de grandes cambios en el plano mundial que, por descontado, también alcanzarán a Caión. Desde el nacimiento de nuestros abuelos hasta hoy tiene lugar el cambio de la cultura tradicional. La intensidad de esta modernización (sobre todo en agricultura y pesca) no es constante, aunque destaca en el primer tercio del siglo, en los años 20 y en la década de los 60. Durante ésta última, se amplía la producción agraria, que ya había arrancado con fuerza en los años 20, y se consolida la estructura industrial, que navega claramente hacia el sector marítimo. El centro de la villa lo constituyen la Plaza de Vilafano, presidida por "O Pazo" de Los Bermúdez y, a su sombra, la iglesia parroquial, que tiene dos escudos emparejados y en los cuales podemos ver los Roeles de Los Castro y el ajedrezado de Bermúdez. En el caso del pazo de los Condes de Graxal y Bermúdez se conserva parte del edificio. Con puerta en arco de medio punto y los escudos de armas de los Bermúdez de Castro, a quienes pertenecía siendo los Sres. de la jurisdicción de Montaos, su fachada principal da a la plaza. La población rural en 1970 suponía el 42 % del total y de esa cantidad el 62 % correspondía a la costa y el resto al interior. La población urbana alcanza el 56 % del total. En resumen, se trata de una zona densamente poblada, en continuo crecimiento y con un fuerte impacto del fenómeno urbano e industrial. No podríamos entender la vida y la historia de Caión, su pasado y sus gentes sin adentrarnos en la comarca de Bergantiños y a su vez en la historia de Galicia. "Dios escribe derecho con renglones torcidos". Posiblemente, jamás podría afirmarse esto con mayor razón que referido a San Agustín, fundador de la Orden Agustiniana, quien comenzó un tanto torcido en sus dudas y vacilaciones, incluido el maniqueísmo, para terminar tan derecho que su vida y sus obras le merecieron ser elevado a la santidad. Los musulmanes pasaron el mar, invadieron la isla, y las reliquias de San Agustín quedaron en su poder. Sólo existía una forma de rescatarlas, tentar la codicia de los sarracenos mediante la compra de los preciosos restos. Y esto fue lo que hizo el rey Liutprando, pagando por ellas la suma de setenta mil ducados de oro. Las reliquias llegaron a Génova desde donde fueron trasladadas a Pavia. Allí, los restos fueron colocados en la Cripta de la Real Basílica de "San Pedro in Coelo Aureo". Se dice que al ser colocados en su lugar se vio brotar una fuente milagrosa que devolvía la salud a los enfermos- al lado de la Ermita de Los Milagros de Caión, los Agustinos recrearon otra fuente en la que es de obligado cumplimiento llevar a efecto los ritos en la festividad de los Milagros de Caion-. Todo esto sucedía en el año 725. Se tomó una precaución para que las reliquias no desaparecieran en tiempos de guerra: fueron escondidas en la cripta. Fueron descubiertas, casualmente, en el año 1695 casi un siglo después. En 1743 ya estaba terminado el mausoleo que los Padres Agustinos habían comenzado en el siglo XIV. A él fueron trasladados los restos de San Agustín. Hacia 1790, la Orden Agustina fue despojada de su iglesia, llevando el cuerpo de su fundador a la iglesia de Jesús. Llegó después un tiempo calamitoso para los Agustinos ya que su Orden fue abolida y los restos de San Agustín fueron llevados a la catedral. (Los Agustinos de Caión fueron desplazados a la iglesia de San Jorge en A Coruña.) Allí permanecieron algún tiempo un tanto olvidados hasta que fueron expuestos a la veneración de los fieles. En el año 1900 el Papa León XIII devolvió la Basílica de Pavía a la Orden Agustina y los restos de San Agustín fueron trasladados a ella. San Agustín dejó escrita una regla para sus monjes, copiando los sentimientos de su espíritu y de su corazón. A su muerte se la dejó en testamento como su mejor tesoro. Y que lo es, lo demuestran las muchas comunidades que, esparcidas por el mundo, se alimentan de ella: Padres Agustinos. Dominicos, Jerónimos Premostratenses, Trinitarios, Servitas, etc. Agustín era africano, nacido en Tagaste, en el año 354, una pequeña ciudad romana en lo que hoy es Argelia. Sin que recibiera el bautismo fue educado por su madre, santa Mónica, en la religión cristiana, que posteriormente abandonó hasta el momento de su conversión. El ansia de hallar la verdad y quizás influenciado por la lectura del "Hortensius" de Cicerón, lo llevaron a la práctica de la religión maniquea. Años más tarde abandonó la secta para ir a residir a Roma y Milán. En el año 386 se retiró a Cassiciaco lugar donde escribió sus primeras obras. Recibido al bautismo y de vuelta a la religión cristiana fue ordenado sacerdote para, años más tarde, ser consagrado como Obispo de Hipona. Murió durante el asedio del ejército vándalo a Hipona. Demos un salto en el tiempo y tomemos a Agustín cuando abandona Italia y regresa a la tierra que lo vio nacer. Ahora ya lo hace con una idea fija, la de comenzar una vida de comunidad, una vida sencilla, apartada del tráfago humano y dedicarse al conocimiento de la sabiduría que da el conocer a Dios y a uno mismo. En Tagaste, vende los terrenos que había heredado de su padre y el dinero que le dan por ellos lo distribuye entre los pobres. Funda el primer monasterio agustiniano. Al principio, el número de discípulos es pequeño. Su ideal de vida es la contemplación, y por eso la jornada en el Monasterio de Tagaste, primero de los que después se convertiría en la Orden Agustiniana, es la oración, la conversación y el estudio. Así, en Tagaste, el ideal monástico está perfilado en sus líneas generales. El Fundador de los Agustinos, tiene como base para su Comunidad un pasaje del "Libro de los Apóstoles": "La multitud de creyentes poséela un solo corazón y un alma única, y todo era común entre ellos". La amistad llevada hasta sus más extremados límites la fraternidad, es la esencia de la vida agustiniana. Sus monjes han de vivir en extremada pobreza, alternando el trabajo con el estudio y guardando la debida armonía con la v ida contemplativa y la oración. Si se leen las obras de San Agustín se verá que las palabras que con más frecuencia aparecen en ellas, son, amor y caridad. Y de ahí que se llegue a su célebre sentencia: "Ama y haz lo que quieras porque nada de lo que hagas por amor será pecado". San Agustín escribió nada menos que ciento trece obras y esto lo hizo en medio de trabajos y obligaciones de su cargo como Obispo de Hipona. La figura de San Agustín es tan gigantesca que hasta una figura de la teología protestante como es Harnack, escribe de él: " ¿Dónde encontrar en toda la historia eclesiástica de Occidente un hombre de influencia comparable a la de San Agustín?". En la noche del 28 al 29 de agosto del año 430, el inmenso corazón de esta figura gigantesca no sólo de la Iglesia, sino de toda la Humanidad, dejó de latir, al carecer de bienes, no hizo testamento, pero -escribe Posidio-dejó a la Iglesia numerosos sacerdotes y monasterios donde se practicaba la continencia y la abstinencia. Entre estos monasterios se encuentra el de Los Agustinos de Caion Los Agustinos de Caion nacieron en diciembre de 1588, amparándose en una reforma de la Orden de San Agustín y apoyada por Don Fernando Bermúdez de Castro Señor de las tierras de Caión, que aspiraría a llevar una forma de vida más austera y perfecta, y más acorde con el espíritu y la inspiración de San Agustín. Su primer reglamento, o Forma de vivir, fueron redactados por Fraile Luis de León, y empezó a practicarse en el convento de Talavera de la Reina en octubre de 1589. Y de la misma Orden agustiniana se expande a toda España incluido los Agustinos de Caion, brotará en España otro renuevo de reforma, que en 1629 se integrará en la Congregación de Agustinos. Tras varios años de prueba y consolidación, en 1605, los Agustinos deciden pasar por la piedra de toque de las misiones. Acuerdan sumarse a la evangelización de las Islas Filipinas, y allí les toca roturar y cultivar las parcelas más ingratas, regadas no pocas veces con la sangre fecunda de los mártires. Los primeros frutos que cosecharán serán los del cariño; el amor que habían derramado a raudales lo reciben centuplicado, y Filipinas será ya para siempre casa solariega de la Recolección. Transcurren decenios y siglos, y los Agustinos van tejiendo su historia. Su marcha será a veces airosa, a veces cansina, dependiendo de lo escabroso del camino, lo ameno del paisaje o las inclemencias de los tiempos, pero no abandonarán el rumbo emprendido. Hasta que, en el siglo XIX, les cortan la senda de modo brutal. Los gobiernos de España, en 1835-1837, y en 1861, despojan de sus bienes a todas las órdenes religiosas, y les impiden la vida común. Donde vivía la mayor parte de los frailes. De la noche a la mañana, la existencia de la Orden quedó pendiente de un hilo, de Caion; sólo allí se permitió, por conveniencias políticas, su presencia oficial y comunitaria, dandoles tiempo hasta su desplazamiento a La Coruña, Iglesia de San Jorge. A consecuencia de este quiebro histórico se va a obrar en la Orden una metamorfosis de gran importancia. De ser fundamentalmente una congregación religiosa de corte conventual y contemplativo, pasará a ser un instituto religioso dedicado también al trabajo en parroquias y misiones. Y así quedará configurada en adelante. En ella se multiplicaron las conversiones y las vocaciones. Todo ello se vio truncado por la expulsión de los misioneros, en 1953. Como fruto palpable de aquella encomiable acción misionera, quedan varios frailes trabajando en diversas partes del mundo, los Agustinos en El Escorial, Madrid. De esta orden podemos contemplar el convento en la Plaza de Vilafano en el centro de la villa de Caión, hoy el centro parroquial de la villa. Documentación Histórica y Archivos: Juan Martínez Ortiz. Ermita de Los Milagros de Caión: Está situada en el lugar de O Outeiro, en la parroquia de Caión. Es una iglesia de planta rectangular de una sola nave y cubierta a dos aguas. En la fachada de esta iglesia, que data de 1836, se concentra la mayor creatividad y ornamentación del templo. Consta de una puerta adintelada, con jambas y dintel moldurado. La decoración central también es moldurada y sin imagen. Dos grandes pilastras acanaladas reciben una cornisa moldurada y enmarcan todo el sistema de la portada. Por encima de la cornisa se sitúa una torre campanario compuesta de dos cuerpos: el primero cuadrado y, el segundo, octogonal con decoración geométrica a base de círculos. En el lugar donde ahora se alza el Santuario de Nuestra Señora de los Milagros, debió existir una primitiva iglesia románica, templo parroquial de la feligresía de Nuestra Señora del Socorro de Caión, pero, ciñéndonos a la obra que podemos contemplar hoy, diremos que se trata de una construcción del siglo XIX, de estilo barroco compostelano. En 1801, siendo párroco de Caión Fray Manuel Mata y Flores, comenzaron las obras bajo la dirección del maestro cantero Xoán Antonio Castro, que se prolongaron durante treinta y cuatro años, siendo preciso efectuar una tala en el monte de Vilar de Francos para obtener madera para la obra. En 1835 el maestro cantero Manuel María Nieto, por el precio de 5.900 reales, hizo la torre de la iglesia, de estilo neoclásico. En los dos años siguientes se colocan las campanas, hechas en Santiago por Dámaso del Palacio. Cuatro años más tarde se construye la sacristía y, con ella, se remata la estructura del santuario. En 1871 se adjudica a Manuel Fernández la construcción del retablo del Altar Mayor que es de estilo neoclásico en madera de castaño. A la salida del santuario, a mano derecha se encuentra una fuente construida en el año 1828. Posee un agua pura y cristalina que, según creencias populares, es "milagreira". Por no celebrarse cultos en este templo a lo largo del año, la imagen de la Virgen permanece en la iglesia parroquial de Nuestra Señora del Socorro. El recinto que rodea la Iglesia fue ampliado y cerrado con granito, construyéndose nuevas dependencias. La iglesia fue restaurada en el año 2006, cuando se reformaron, principalmente, la cubierta y el interior. La zona de la Iglesia es un excelente mirador desde el que podemos disfrutar de unas excelentes vistas de Caión.
Turismo:
Visita al puerto y recorrido por el Paseo Marítimo que tiene las mejores vistas que se pueden imaginar, así como unas puestas de sol impresionantes.
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