Día 16 de Junio, Santa Julita por cierto, patrona de Villanueva, admirada de todo el pueblo, se celebra con alegría, con mucho fervor y esmero y, todo el mundo disfruta, con gran júbilo en el pueblo: Por eso quiero en esta mañana de invierno, recordar la historia de la patrona del pueblo:
Año 304, el Obispo Teodoro, envía a Roma la carta, al ser requerido por cierto sobre el martirio de Julita y de su hijo pequeño. Esta carta según su autor, se basa en averiguaciones de los hechos reales de como ocurrió el suceso, relatada por testigos, que presenciaron los hechos, habitantes de Licaonia y, algún pariente entre ellos.
Y esto es lo que nos cuenta: Julita (cuya fiesta era celebrada por las casas más nobles de Licaonia), ante el avance de la persecución decretada por Diocleciano, Julita se retira a Seleucia con su pequeño hijo Quirico, (llamado también, Ciro o Quirce) y dos doncellas; pero allí no es menor la persecución, llevada a cabo por Alejandro, gobernador de la región. Como era costumbre, todos los ciudadanosfueron llamados a sacrificar (negar a sus Dioses) con la amenaza de muerte a quien se negra a ello. Julita huyó a Tarso, donde fué abandonada por sus doncellas, fue apresada junto a su hijo, puesto que Alejandro, se había trasladado allí y su séquito la reconoció.
Al ser llevada ante el gobernador, Julita cocultó su condición de noble, simplemente respondiendo a todo "Soy Cristiana". El gobernador mandó que le quitaran el niño y que fuera azotada con nervios de bueyes, una de las variadas modalidades de flagelos que usaban los romanos para castigar. Como es natural, costó muchísimo separar al niño de su madre y con solo imaginar la escena ya se puede entender el valor y la fe de esta mujer. Alejandro tomó al niño que se revolvía contra él, queriendo ir con su madre, llegndo incluso a soportar el terrible tormento de la rueda.
Alejandro intentó ganar al niño con mimos y cariños y, llama la atención de este gobernador, que no se conduele de la madre, tener estas ternezas con el niño. ¿Querría tal vez, ablandar a la madre y entristecerla, viendo que el niño se olvidaba de ella?, pero no lo consigue, Quirico repetía las mismas palabras que su madre "Soy Cristiano", sin querer aceptar las bondades que le ofrecía el gobernador Alejandro. No duró mucho esa "bondad" del gobernador: tomó al niño de un pie y lo lanzó al suelo, rompiéndose la cabeza contra las gradas del tribunal. Así de impactante y escueto se muestra el Obispo Teodoro, al narrar la muerte del niño, sin quitar fuerza al acto de crueldad para con el niño y la madre.
Julita, ante esto, no claudicó, sino que se mostró más intrépida cuando fue amenaz<ada con el potro y mientras le envolvían los pies en pez ardiente, a la vez que el verdugo le conminaba a renunciar de su Dios. Ella, más valiente después de perder a su niño, solo gritaba " Yó no adoro a Dioses falsos. Yó adoro a Jesuscristo único Hijo de Dios". Viendo Alejandro que no tenía remedio, la condenó, finalmente a la pena capital. Juliata inclinó la cabeza hizo una oración:" Gracias os doy, Dios mio, de que os hayaís dignado dar a mi hijo una silla en vuestro reino. Tened la bondad Señor, de querer recibir también en él a vuestra sierva, por indigna que sea". Y así al terminar, el verdugo cortó su cabeza, y los cuerpor fueron arrojados a la fosa común, de donde fueron sacados por sus doncellas, que estaban escondidas. Según relata el Obispo Teodoro, estas mujeres tuvieron un gran valor para levantar los cuerpos de su ama y del niño. Enterrándolas en un campo cercano donde estuvieron, hasta que fueron puestas a la veneración, ya en la Paz del Emperador Constantino.
El culto a madre e hijo, es muy antiguo. Y en algunos sitios el hijo ha ganado la veneración a la madre, y esta ha pasado a segundo plano, como en Potenza o Cisterino, ambas localidades de Italia, donde goza de gran devoción el santo niño. Nosotros debemos estar orgullosos de prfesar el mismo culto a la Madre como al Niño.
¡Viva Villanueva de la Sierra!
Año 304, el Obispo Teodoro, envía a Roma la carta, al ser requerido por cierto sobre el martirio de Julita y de su hijo pequeño. Esta carta según su autor, se basa en averiguaciones de los hechos reales de como ocurrió el suceso, relatada por testigos, que presenciaron los hechos, habitantes de Licaonia y, algún pariente entre ellos.
Y esto es lo que nos cuenta: Julita (cuya fiesta era celebrada por las casas más nobles de Licaonia), ante el avance de la persecución decretada por Diocleciano, Julita se retira a Seleucia con su pequeño hijo Quirico, (llamado también, Ciro o Quirce) y dos doncellas; pero allí no es menor la persecución, llevada a cabo por Alejandro, gobernador de la región. Como era costumbre, todos los ciudadanosfueron llamados a sacrificar (negar a sus Dioses) con la amenaza de muerte a quien se negra a ello. Julita huyó a Tarso, donde fué abandonada por sus doncellas, fue apresada junto a su hijo, puesto que Alejandro, se había trasladado allí y su séquito la reconoció.
Al ser llevada ante el gobernador, Julita cocultó su condición de noble, simplemente respondiendo a todo "Soy Cristiana". El gobernador mandó que le quitaran el niño y que fuera azotada con nervios de bueyes, una de las variadas modalidades de flagelos que usaban los romanos para castigar. Como es natural, costó muchísimo separar al niño de su madre y con solo imaginar la escena ya se puede entender el valor y la fe de esta mujer. Alejandro tomó al niño que se revolvía contra él, queriendo ir con su madre, llegndo incluso a soportar el terrible tormento de la rueda.
Alejandro intentó ganar al niño con mimos y cariños y, llama la atención de este gobernador, que no se conduele de la madre, tener estas ternezas con el niño. ¿Querría tal vez, ablandar a la madre y entristecerla, viendo que el niño se olvidaba de ella?, pero no lo consigue, Quirico repetía las mismas palabras que su madre "Soy Cristiano", sin querer aceptar las bondades que le ofrecía el gobernador Alejandro. No duró mucho esa "bondad" del gobernador: tomó al niño de un pie y lo lanzó al suelo, rompiéndose la cabeza contra las gradas del tribunal. Así de impactante y escueto se muestra el Obispo Teodoro, al narrar la muerte del niño, sin quitar fuerza al acto de crueldad para con el niño y la madre.
Julita, ante esto, no claudicó, sino que se mostró más intrépida cuando fue amenaz<ada con el potro y mientras le envolvían los pies en pez ardiente, a la vez que el verdugo le conminaba a renunciar de su Dios. Ella, más valiente después de perder a su niño, solo gritaba " Yó no adoro a Dioses falsos. Yó adoro a Jesuscristo único Hijo de Dios". Viendo Alejandro que no tenía remedio, la condenó, finalmente a la pena capital. Juliata inclinó la cabeza hizo una oración:" Gracias os doy, Dios mio, de que os hayaís dignado dar a mi hijo una silla en vuestro reino. Tened la bondad Señor, de querer recibir también en él a vuestra sierva, por indigna que sea". Y así al terminar, el verdugo cortó su cabeza, y los cuerpor fueron arrojados a la fosa común, de donde fueron sacados por sus doncellas, que estaban escondidas. Según relata el Obispo Teodoro, estas mujeres tuvieron un gran valor para levantar los cuerpos de su ama y del niño. Enterrándolas en un campo cercano donde estuvieron, hasta que fueron puestas a la veneración, ya en la Paz del Emperador Constantino.
El culto a madre e hijo, es muy antiguo. Y en algunos sitios el hijo ha ganado la veneración a la madre, y esta ha pasado a segundo plano, como en Potenza o Cisterino, ambas localidades de Italia, donde goza de gran devoción el santo niño. Nosotros debemos estar orgullosos de prfesar el mismo culto a la Madre como al Niño.
¡Viva Villanueva de la Sierra!
