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MEMBRIO: RELATOS AL ATARDECER-XCVI....

RELATOS AL ATARDECER-XCVI.
El cielo y el infierno. Erase una vez un fiero samurái que había oído hablar del cielo y el infierno, pero que no entendía muy bien qué era eso. Por ello, uno de sus colegas le recomendó que fuera a visitar a un monje que vivía en una cabaña en la montaña. Este hombre, con fama de sabio, aclararía sus dudas.
Cuando llegó al lugar, el samurái pateó la puerta y entró bruscamente en aquel humilde hogar, mientras el ermitaño estaba sentado en el suelo haciendo caligrafía.
Sin siquiera presentarse, el guerrero le soltó: «A ver, decidme cuál es la diferencia entre el cielo y el infierno». Como el monje seguía sin hacerle caso, el samurái insistió en la demanda, recibiendo esta contestación: «Te escuché, pero no tiene sentido contestarte porque eres demasiado tonto para conocerlo».
Esta respuesta le enfadó tanto que sacó la espada amenazándole. En ese momento, el monje miró hacia arriba, sonrió y le dijo: «Eso es el infierno». Y el samurái, comprendiendo que su vida era un constante enfado, dejó caer la espada y se dirigió al buen hombre, esta vez con sumo respeto, para decirle: «Gracias por exponer tu vida para abrirme los ojos».
A lo que el humilde hombre respondió: «Eso es el cielo». Porque el cielo y el infierno no están tras la muerte, sino que son como uno vive.
Cielo e infierno: Vivencias que cruzan nuestro espíritu, actitudes y conductas que generan alegría, entusiasmo y vida u ocasionan dolor, ofensa y muerte. El cielo y el infierno están ya aquí atravesando nuestras vidas. De nosotros depende el vivir cada día o cada acción como constructores de cielo o como productores de infierno. Para los demás y para nosotros mismos. Pues sólo si tratamos de llevar el cielo a los demás, lo iremos alcanzando también para nosotros mismos. El buscar individualmente la propia felicidad como sea, sin tener en cuenta a los demás, ocasiona dolor, explotación, muerte... Es camino al infierno para otros y para uno mismo.
Esfuérzate por tratar al prójimo con paciencia, cariño y bondad e irás convirtiendo tu salón en un pequeño cielo.