MEMBRIO: Amigo VISPERAS: sé que te alegras de nuestras alegrías...

Amigo VISPERAS: sé que te alegras de nuestras alegrías y te entristeces con nuestras tristezas. Hablando de fútbol, es una dicotomía jodida ya que, casualmente, se pudiera dar el caso que nuestras tristezas fuesen tus alegrías, o viceversa (2-6). Aunque no siempre tiene que ser así, como en este caso. En lo que a mí respecta, agradezco sobremanera que anuncies tu ironía- supongo que el amigo Realito se adhiere al manifiesto- No te preocupes que, aunque sea desde el círculo del infierno, pediré permiso al Can Cerbero para llamarte en la igualada. Si es sobre el material y prosaico mundo que nos contempla, te invitaré a cerveza - ¡largo me lo fiáis!- dirás. Bueno, creo que nosotros hemos entrado en la historia. El año que viene, con Florentino, recalificáis un terrenito y lo superáis.
Dicen que nuestro cínico, aunque no es pacífica la cosa, solía decir que cuando más conocía al hombre, más quería a su perro. Yo no. Cuando más conozco a ciertos hombres, más quiero a esa especie de ciertos hombres.
Tú sabes que Alejandro de Macedonia, hijo de Filipo, era un niño muy listo. Antes de llegar a ser "el Magno" fue travieso, como todos los niños. Tuvo, sin embargo, poco tiempo para ser travieso, y mucho para poder ser vanidoso-con 20 años se hizo cargo de su reino- El padre tuvo la feliz idea de enviarlo a estudiar con un tal Aristóteles, en clases particulares (como D. Ricardo, pero en humano) Y allí el muchacho aprendió mucho y leyó, entre otras, la historia de Aquiles “el de los pies ligeros” en el cerco de Troya (Iliada). Dicen de Alejandro, los que de esto saben, que ha sido el más grande de los hombres que ha dado la historia.
Cierto día, Alejandro, en una de sus conquistas quiso conocer al que le habían dicho andaba por el mundo en pelotas. Un tipo que decía: “Cuando estoy entre locos me hago el loco”. Efectivamente, andaba él por Sínope, y dijo a su ayudante: ¡Quiero conocer a ese loco! El citado loco, dicen, estaba efectivamente en pelotas, metido en un recipiente de barro, donde residía. Le dijo Alejandro, después de departir con él: “Soy el hombre más poderoso del mundo, pídeme lo que desees”. Le contestó Diógenes: “Quiero que te quites delante, que me quitas el Sol”. Alejandro, ante respuesta tan irrespetuosa, un poco mosqueado, obviamente, le replicó: “ ¿Sabes que soy el hombre más poderoso del mundo y puedo hacer que te decapiten?”. Le contestó Diógenes: “Eso sería una acción impropia de un hombre inteligente”. Alejandro, dio media vuelta y allí lo dejó. Bueno, amigo mío, en ambos personajes confluyen un barcelonista y un madridista. Un abrazo muy fuerte, y no pienses en las fábulas de Esopo. PC


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