OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

MEMBRIO: LA ROSA Y EL CARDO...

LA ROSA Y EL CARDO

Habìa una vez un campo lleno, llemìsimo, de cardos. Allì estaban todos con sus pinchos creciendo al sol tranquilamente. Nunca pasaba nada nuevo, hasta que un dìa, entre ellos, empezò a crecer un capullo desconocido, porque se ve que el viento habìa llevado hasta allì una semilla nueva. Era un tallo verde, diferente.

Fue creciendo, creciendo, hasta convertirse en una flor roja, reluciente, aterciopelada. Los cardos no lo sabìan, pero se trataba de una rosa.

Uno de los cardos la miraba y se decìa: "Que guapa es, es una preciosidad, còmo se pueden tener unos pètalos tan bonitos". Y poco a poco fue cayendo perdidamente enamorado de ella.

Al principio le daba verguenza hablarle, pero tìmidamente se fue atreviendo a decirle cosas como "tùmbate un poco, que parece que se està levantando un pelìn de viento" o "esas gotitas de rocìo te hacen estar màs guapa, si cabe". Y la rosa se ponìa màs roja de lo que era y sòlo contestaba "gracias" o "si".

Al ir creciendo màs, se fueron acercando, hasta que una tarde el cardo, en un arrebato de cariño tremendo, se adelantò hacia ella y hummmmmmm, le diò un abrazo en toda la flor, con tanta fuerza que la rosa le dijo:

-Jo, cardo, còmo pinchas, me has roto un pètalo.

Y el cardo, hech polvo, le pidiò disculpas:

- No sabìa que estabas hecha de otra materia diferente a mì, lo siento.

Y se quedò durante toda una semana cabizbajo. La rosa, por otra parte, pensò que vaya pena, que con lo bien que le caìa el cardo no se pudieran abrazar.

Una tarde de primavera, la rosa estaba mirando hacia abajo y se diò cuenta de que ella tambièn tenìa pinchos, pero diferentes, sòlo en el tallo; y entonces en pleno ataque de felicidad, se acercò al cardo y le abrazò con todas sus fuerzas con el tallo, teniendo cuidado que no le tocara los pètalos. El cardo, emocionado dijo:

- Jamàs en mi vida habìa sentido algo parecido.

Y asì sellaron su amor. Juntos vivieron muchos años pinchàndose el uno al otro con cariño y viendo pasar el viento y el sol.

Y ES QUE CUANDO HAY AMOR, SIEMPRE HAY MANERAS DE ENTENDERSE.

Victoria Bermejo.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
OH! Qué bonita historia. ¡Anda, ánda, con el cardo borriquero!