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MEMBRIO (Cáceres)

La música es imprescindible
Foto enviada por AMIGOS DEL PATRIMONIO

Un grito agudo interrumpió la melodía.

El artista, extrañado,
agitó su instrumento,
y cayó al suelo, yerta, rota,
una brillante y negra golondrina.
Pero escuchad,
escuchad todavía
el ramalazo,
la poderosa ráfaga
y deja
sobre la piel
la húmeda caricia del salitre.
El viento solano llegó lleno de luz
salpicando de sol y de verano.
El siroco dejó un poco de arena,
y el mistral
era casi silencio,
igual que los alisios.
Qué bello resultaba el estremecimiento
producido por el roce
de los huracanes contra el metal,
de cálidos
vientos del Sur, y luego del helado
austral, que dio la vuelta al mundo.
«La trompeta», de Ángel González

(Louis Armstrong)

¡Qué hermoso era el sonido de la trompeta
Cuando el músico contuvo el aliento
Y el aire de todo el Universo
Entró por aquel tubo ya libre
de obstáculos!
La trompeta de fuego,
muda sobre una mesa, la vemos amarilla,
y está vieja y rayada.
Después cae un cansancio sobre el alma
por esta lucha inútil, se resiente
tanta falsa virtud, la mentida pureza;
y cuando la trompeta, desmayada, se extingue en el silencio,
sólo quedan visibles, descubiertos al fin, los más ocultos,
los más tenaces vicios:
se reconocen las miradas, y puede haber piedad,
y hasta sentir alguno un tibio amor.
En aquel cuarto oscuro
nada correspondía a la verdad del hombre:
la emoción estridente del músico era falsa,
torpe el engaño de los otros.
La verdad es humilde y es sencilla.
La soledad, al compartirla con otras soledades,
hace más viva la impotencia.
y empuja al hombre entonces a regiones heroicas
con sólo el sentimiento.
O acaso era de hielo aquella música:
inertes los sonidos, para que cada uno de nosotros
los hiciese movibles, los llenase de espíritu.
Por cada uno de los hombres
la música cantaba diferente: con alegría estéril
en la mujer que me miraba, con cansada tristeza
en unos yertos labios, y en el muchacho solitario
con profunda nostalgia de vejez;
la música cantaba diferente, sin que nadie supiera
cómo sonaba junta, con qué intenso dolor.
Solo De Trompeta de Francisco Brines

Cuando ya las miradas de todos se conocían vagamente,
a través de las pupilas nubladas por el alcohol,
de aquella música confusa, de la penumbra de aquel humo,
del caos
vino un silencio imperceptible,
y una trompeta sola, de fuego, nos quemaba la vida.
La Trompeta de la Alegría

Había un país en que una trompeta mágica, cuyas notas resonaban por todas partes, aseguraban felicidad y alegría para todos. Pero un día, la trompeta desapareció y todo se sumió en la tristeza. Nadie hizo nada, salvo una niña que marchó decidida en busca de la Trompeta. Preguntó por todas partes, hasta que alguien le llevó a conocer al sabio de las montañas. Este le contó que la Trompeta estaba en el Pozo de las Sombras, y le dio un violín que debía serle útil. Cuando ... (ver texto completo)