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ORELLANA LA VIEJA: Gracias a ti también, Maria Luisa por la poesia, es...

Esta poesía del pantano fue escrita por JUAN MARÍA SANZ RAMÍREZ (el electricista) en el mes de febrero del año 1960. Se la dedicó a mi tío Patricio, al cual mucho de vosotros se la habréis oído recitar muy bien.

Yo, a mi vez, quiero dedicársela desde aquí a su sobrina y buena amiga mía Matilde Sanz, que está atravesando una situación delicada y deseo que pronto se ponga bien.

A la presa de Orellana
me dirijo con agrado
y sepan los presentes
todo cuanto se ha tragado.

¡Presa, eres tan gigante!
Más boca que un tiburón,
¡cuánto hierro te has tragado!
¡Cual cemento y hormigón!

¡Cuánto llevas sepultado
que quiero darle mi adiós!
Adiós todos los molinos,
Adiós todos los zarzales.

Adiós todas las praderas,
las juncias, los valluncales;
adiós casas de las huertas,
adiós casas de molinos.

Adiós bellos naranjales,
Adiós hermosos olivos;
adiós generosos vados
que enlazabais los caminos.

Adiós los cañaverales,
adiós las chinas del río.
Ya no enchinaré mi casa
con las chinitas del río.

Ya no me puedo bañar
en las orillas del río,
que veo un mar que me asusta
con esos brazos tendidos.

Adiós pequeñas isletas,
adiós cerros sumergidos,
adiós, que en tus azuchales
no harán los pájaros nidos.

También les doy mi adiós
a todos los animalitos
que han quedado sepultados
bajo las aguas del río.

Adiós fuente de Picón,
fuente de las Dehesillas;
se perdieron para siempre
aquellas aguas tan finas.

Ya no lavan las mujeres
en tus preciosos veneros,
ni llevan en sus cabezas
los pesados lavanderos.

¿Dónde están los huertecillos
del Castillo Montalván?
¡Ya quedaron sepultados!
¡Ya no los veremos más!

¡Y para eterno recuerdo
de todo lo que aquí existió,
en estas líneas me encierro
y les doy mi último adiós!

Presa, no quiero enfadarte.
¡Nunca des un reventón!
Porque llenarás de luto
a nuestra grande nación.

Cuando tú seas muy fuerte,
cuánto esperamos de ti;
en tus hermosas acequias
está nuestro porvenir.

Tú regarás nuestras plantas,
tú regarás nuestra tierras
y con la ayuda de Dios
coger hermosas cosechas.

Tendremos mejores huertas,
mejores los naranjales.
Con alfalfa y legumbres
criar buenos animales.

Perderemos el temor, que se sequen las cosechas
siempre con nuestro sudor
y con el alma puesta en Dios,
tener una dicha cierta.

Ya con el embalse lleno,
nadie lo pudo pensar
que Orellana pareciera
un puertecito de mar.

Así, que con mucha fe
Y con alegría gritamos.
¡Viva el Cristo de la Capilla
y nos la guarde muchos años!

Gracias a ti también, Maria Luisa por la poesia, es muy bonita.
Saludos