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CABEZA DEL BUEY: UN DÍA EN LA ESCUELA HOGAR...

UN DÍA EN LA ESCUELA HOGAR

La hora de levantarse, era el peor momento de la mañana: perezas, sueños pesados o charlas hasta altas horas... Pero, el tiempo apremiaba porque había que lavarse, vestirse, hacer la cama y… ¡Volando a desayunar! Un escaso cuarto de hora para tomar un desayuno que estaba compuesto por un Cola Cao o algo parecido y una rebanada de pan con mantequilla o galletas.

A continuación cogíamos los libros de las estanterías de la sala de estudios y a formar al patio en fila de a dos y agarraditos de la mano para salir por la puerta trasera a la calle Belén y bajábamos por el paseo de de San Vicente hasta la plaza de la fuente para tomar la calle Alemania hasta la Plaza del Ayuntamiento, desde donde nos dirigíamos por una serie de travesías y callejas hasta nuestro destino final: las Escuelas de San Roque en la calle con el mismo nombre.

Tras tres pesadas horas de clases con un recreo que nos sabía a poco, nos volvía a tocar desandar lo andado para retornar a la Escuela Hogar donde nos esperaba una - llamémosle - suculenta y variada comida que normalmente se componía de un primer plato a base de legumbres o verduras (e incluso ambas en una misma mezcla) la mayoría de las veces poco apetitosa, un segundo plato compuesto por extraños guisos de carne y algunas veces un filete empanado que recibíamos con gran placer y, para terminar, el postre, normalmente fruta de la temporada.

Acabada la comida nos dirigíamos a los servicios donde tocaba una profunda limpieza de dientes bajo la supervisión de Dª Rosa que nos miraba la boca como si fuésemos las ovejas en la Plaza del Ganado, claro que, por algo nos llamaban los borregos… Bueno, tras superar el control sanitario, salíamos al patio a pegarle cuatro patadas al balón y empezar un partido de fútbol que no se acababa nunca pues, tras unos minutos de juego, tocaba volver a formar para volver al recorrido por las calles anteriormente mencionadas y vuelta al cole hasta las cinco de la tarde, que tocaba el retorno a nuestro hogar, donde nos esperaba una suculenta merienda que, normalmente, se componía de un bocadillo de chorizo, mortadela, paté, chocolate o una rebanada de Nocilla.

La labor siguiente era la limpieza de zapatos. Un trabajo que tenía su mérito, pues no se trataba de pasarles un paño y punto, ¡no, qué va! A los zapatos se les daba bien de betún y luego se les frotaba hasta que quedaban totalmente relucientes, pero totalmente, y un brillo uniforme por todo el zapato. Este trabajo nos costaba a más de uno un tirón de orejas o algo peor si el trabajo no estaba a gusto de ya sabéis quien.

Después de la limpieza de calzado, un rato de descanso en el patio, que algunos aprovechaban para intentar acabar el partido del mediodía, otros para juntarse a contar chistes o para montar alguna pequeña escaramuza. La cuestión era pasar el rato y después de este pequeño respiro llegaba la hora de hacer los deberes y estudiar.

Como sala de estudios teníamos tres zonas: el comedor y las dos salas de TV y creo que este tiempo de estudio era de hora y media.

Después otro rato para ver la tele, menos cuando tocaba ducha, así que, todos corriendo al dormitorio a preparar la ropa y coger la toalla y el gel de baño y a las duchas. Estas duchas eran corridas done nos metíamos siete u ocho a la vez, donde Dª Rosa, con la ayuda de Marina y Adela, se encargaba de que nos frotásemos bien frotados. Para los más mayores había tres o cuatro duchas individuales.

Seguido de la ducha, nos tocaba la cena, estas no solían ser muy sustanciosas… Hoy toca una sopita y un pescadito rebozado y algo de postre. Tras la cena a los más mayores se nos dejaba ver la tele un rato y los pequeños a la cama.

Pero, como hoy es viernes y sólo quedamos los de fuera, pues como que nos dejan ver la tele un ratito más a todos ya que mañana no hay cole. Pero las once de la noche llegan rápido y es la hora límite, así que, todos a la cama. Como ya he dicho, hoy es viernes y quedamos pocos pues la mayoría se han ido de fin de semana. Así que, los que nos quedamos por aquí, andamos un poco alterados y sin ganas de dormir, por lo que nos juntamos en pequeños grupos y, sin montar mucho jaleo, nos montamos nuestra pequeña tertulia. Pero, al final, se va alborotando el gallinero y sale la jefa, que nos mete a todos en la cama a voz de sargento y castigándonos toda la mañana del sábado a no salir de la sala de estudio a la vez que se lleva a alguno al pasillo oscuro.
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Buenos días compañeros, a los de la Escuela Santa Elena y al resto de los foreros.
Me imagino que no sólo antiguos alumnos de Santa Elena leerán en este foro, también el resto de los mortales, no obstante mi llamada hoy es para que los contactos que se iniciaron hace tiempo no decaigan y siguiendo el ejemplo de Antonio Rincón sigamos aportando nuestras experiencias en el foro.
Puede que algún día esto dé sus frutos, como los buenos árboles, cuanto más tiempo pasa mas buena está la fruta que dan. ... (ver texto completo)