.,,.. y es que hay hombres que sin ideales se sienten vacíos. Pues sí, para muestra uno de esos, un tal Vicente o Viçent, barcelonés, de apellido Ferrer, Herrero, como diríamos por estas latitudes. Luchó en el Ebro formando parte de la llamada “Quinta del Biberón”, luego se ordenó jesuita y más tarde, a saber por qué, dejó que los hábitos o el hábito almacenara polvo colgado de un clavo pinchado en una pared de cualquier aldea de las mundo. ¡Qué tío más grande ha sido este hombre! ¡Cuántas personas han sido devueltas a su condición humana gracias a su trabajo incansable al servicio de quienes más lo necesitaban! Los parias, los intocables, vamos, para entendernos, la casta de los descamisados que hay en toda sociedad organizada de tan injusta manera piramidal.
Descanse usted en paz buen hombre, si me lo permite, germà, pero no hermano como esos que te preguntan: ¿qué traes?, sino como era usted, ¿qué necesitas? Y si estaba en su mano, se lo daba y si no, removía cielo y tierra.
Si Libertad, así son las cosas. No todo es lo que parece. No todos los hombres y mujeres somos iguales pues, hay gente que se entregan de verdad a los demás, sin reservarse nada para ellos. Pero la mayoría lo que hacemos es escudarnos en la labor de todos estos para vivir a cuerpo de reyes explotando el rollo largo y la candidez de los demás.
Días atrás, me regocijaba porque dentro de unas horas habrá cambio de estación, ya sabes, el solsticio de verano y, decía que, lo celebraremos comiendo coca o lo que sea, según donde estemos, y bebiendo cava o champán el que le guste. Y saltaremos hogueras, y pisaremos brasas con los píes descalzos, y algunos fornicarán o lo intentarán y, de todo esto, hasta saldrán algunas relaciones duraderas. Pero ahora, muchos duendecillos que por el mundo estamos, tenemos una mancha negra en lo más hondo de nuestro ser fantasmal porque, donde siempre, los que te dije, han vuelto a hacer una de las suyas. Bueno, lo mismo de siempre, se han cargado un paisaje porque se han cargado a un ser humano entregado hasta los huesos para parar el desenfreno de la hidra, esa bicha de tantas cabezas, algunas patricias, la mayoría descerebradas pero con muchas ínfulas.
Y han dejado otra familia rota.
Qué diferencia entre unos y otros, ¿recuerdas tú moza recia aquellos versos de Machado?:
... Y cuando llegue el día del último viaje
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Salud.
Descanse usted en paz buen hombre, si me lo permite, germà, pero no hermano como esos que te preguntan: ¿qué traes?, sino como era usted, ¿qué necesitas? Y si estaba en su mano, se lo daba y si no, removía cielo y tierra.
Si Libertad, así son las cosas. No todo es lo que parece. No todos los hombres y mujeres somos iguales pues, hay gente que se entregan de verdad a los demás, sin reservarse nada para ellos. Pero la mayoría lo que hacemos es escudarnos en la labor de todos estos para vivir a cuerpo de reyes explotando el rollo largo y la candidez de los demás.
Días atrás, me regocijaba porque dentro de unas horas habrá cambio de estación, ya sabes, el solsticio de verano y, decía que, lo celebraremos comiendo coca o lo que sea, según donde estemos, y bebiendo cava o champán el que le guste. Y saltaremos hogueras, y pisaremos brasas con los píes descalzos, y algunos fornicarán o lo intentarán y, de todo esto, hasta saldrán algunas relaciones duraderas. Pero ahora, muchos duendecillos que por el mundo estamos, tenemos una mancha negra en lo más hondo de nuestro ser fantasmal porque, donde siempre, los que te dije, han vuelto a hacer una de las suyas. Bueno, lo mismo de siempre, se han cargado un paisaje porque se han cargado a un ser humano entregado hasta los huesos para parar el desenfreno de la hidra, esa bicha de tantas cabezas, algunas patricias, la mayoría descerebradas pero con muchas ínfulas.
Y han dejado otra familia rota.
Qué diferencia entre unos y otros, ¿recuerdas tú moza recia aquellos versos de Machado?:
... Y cuando llegue el día del último viaje
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
Salud.
