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Éste es el artículo es cuestión, además sacado de contexto:

Memoria histórica
De Wikipedia, la enciclopedia libre
La memoria histórica es un concepto historiográfico de desarrollo relativamente reciente, que puede atribuirse en su formulación más común a Pierre Nora,[1] y que viene a designar el esfuerzo consciente de los grupos humanos por entroncar con su pasado, sea éste real o imaginado, valorándolo y tratándolo con especial respeto.
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La historia misma puede definirse como la ciencia de la memoria (existe un clásico de la historia china titulado Memorias históricas, de Sima Qian, en torno al año 100 a. C.), y las instituciones encargadas de elaborarla, estudiarla, conservarla y perpetuarla serían las instituciones de la memoria: el propio oficio del historiador, las Academias, los Departamentos y Facultades Universitarios, los Archivos y Bibliotecas, y su soporte fundamental, que son los escritos (libros, y todo tipo de fuentes documentales). El uso político de la historia ha sido una constante desde que esta existe (incurriendo en manipulaciones de los hechos, como en la famosa narración de la Batalla de Qadesh, o en la inscripción obsesiva del nombre —Ren— para obtener la inmortalidad así como su borrado para ser sustituido por el del enemigo superviviente, todo ello en el Antiguo Egipto)....................... ......
Invisibilización cultural y reconstrucción de la memoria En las últimas décadas han adquirido importancia los movimientos de reconstrucción de la memoria histórica de grupos sociales afectados por los procesos de invisibilización como las mujeres, los afroamericanos, los indígenas, las culturas colonizadas, los trabajadores, los perseguidos políticos, etc.

La reconstrucción de la memoria afectada por los procesos de invisibilización no constituye un mero esfuerzo de investigación, sino que también y fundamentalmente requiere un activismo social orientado a desmitificar estereotipos y verdades dadas, profundamente arraigadas en la cultura dominante.

En muchas partes del mundo han surgido foros de la memoria como espacios, no solo de investigación sino también políticos y culturales, con el fin de servir de plataforma para la construcción de identidades sociales.[4]

Lugares de enterramiento no convencional, como los que más arriba se indican, son las fosas comunes y las cunetas donde terminaban los fusilados en la Guerra Civil Española, cuya localización y destino son uno de los objetos principales de debate de la memoria histórica en España en los últimos años, siendo un caso particularmente divulgado el de Federico García Lorca; incluso con motivo del 70 aniversario (2006) se ha desatado una «guerra de esquelas». Previamente se había producido cierta polémica con la retirada de la estatua ecuestre de Franco que continuaba frente a los Nuevos Ministerios de Madrid. El destino del Valle de los Caídos también es puesto en cuestión, todo ello mientras se debate en el Congreso una ley para la recuperación de la memoria histórica que pretende compensar el olvido de las víctimas de la Guerra Civil y el Franquismo. A raíz de la aplicación del concepto, convertido en un instrumento de movilización intelectual y social por Emilio Silva y la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica[5] se ha suscitado un debate historiográfico muy vivo sobre la oportunidad del propio concepto de memoria histórica, que es rechazado por algunos.

«Memoria histórica» ni es memoria ni es historia. Lo que se llama «memoria histórica» o «colectiva» no es tal cosa, sino una versión, o versiones, creadas por publicistas, patriotas, activistas políticos, periodistas o hasta por algunos historiadores interesados. Se trata esencialmente de mitos o leyendas creados acerca del pasado. Pueden tener alguna dosis de verdad empírica, o ninguna. La memoria es individual y subjetiva, nunca es «histórica» o «colectiva» como tal. La historia, en cambio, no se basa en memorias individuales subjetivas, sino en la investigación intelectual de los datos empíricos que sobreviven del pasado. Hay algunos estudiosos e investigadores que están excavando fosas y llevando a cabo investigaciones serias. Eso es siempre importante, y en cuanto es investigación seria debe ser aplaudida. Pero esto es totalmente diferente de querer imponer una versión sesgada y partidista, que rechaza los resultados de la investigación. «Revisionismo» es una palabra empleada muy mal, actualmente en España, para describir a los que disienten de la corrección política. La verdad es que una «revisión» es la función de la mayor parte de la investigación seria. Si no se quieren descubrir datos nuevos que pueden enriquecer y «revisar» nuestro entendimiento, ¿por qué investigar? Pero la versión meramente politizada de la promoción de la «memoria histórica» no quiere revisar sino repetir e imponer una versión. El movimiento político sencillamente no tiene interés en la historia, y así no se trata de su revisión sino de su politización o anulación.[6]
¿Y qué es memoria histórica en un país dividido a muerte por una guerra, en la que hermanos —de sangre, nada de metáforas— tomaron partido contra hermanos? Cuando un país se escinde, la memoria compartida sólo puede construirse sobre la decisión de echar al olvido el pasado: ése es el sentido de la amnistía general, como Indalecio Prieto y José María Gil-Robles lo comprendieron ya desde los primeros años de la posguerra.[7]
Desde una perspectiva opuesta, el forense Francisco Etxeberria, que ha exhumado a más de 500 fusilados de la Guerra Civil reflexiona lo siguiente:

No puede ser que todavía haya personas en España que cuando hablen de la Guerra Civil y de la represión lo hagan con miedo. A esa gente hay que decirle que aquello fue injusto, que les comprendemos y que les apoyamos. No puede seguir existiendo miedo.[8]
El 18 de julio de 2007, diversas asociaciones de familiares de desaparecidos a partir del alzamiento nacional presentaron denuncias penales por crímenes de lesa humanidad en la Audiencia Nacional. Poco más de un año más tarde, el titular del juzgado número 5 de instrucción de dicha sede, Baltasar Garzón, envió a diversas instituciones estatales y de la Iglesia Católica una Providencia donde requería información al respecto. Unos días más tarde, amplió dicha Providencia con una nueva donde se pedía información no ya sólo acerca de desaparecidos del bando republicano, sino también del nacional; y se insistía a la Iglesia Católica para pedir su colaboración en las pesquisas. Se ha argumentado, desde el punto de vista jurídico, que dichas providencias adolecen de defectos;[9] y el propio Juez Garzón, después de iniciar (noviembre de 2008) actuaciones por crímenes contra la humanidad y reclamar la partida de defunción de sus presuntos responsables (incluída la de Franco) se declaró a sí mismo incompetente y remitió las posibles actuaciones posteriores a juzgados locales. Poco antes, la fiscalía había pedido la nulidad del proceso. Wikinoticias
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La memoria en el franquismo
Los elementos simbólicos de la memoria del bando vencedor presidieron España desde 1939, y en buena medida siguen existiendo:[13] las placas de «Caídos por Dios y por España», que se colocaron en todos los pueblos, la mayor parte de ellas en el exterior de las iglesias —consistentes en una lista de nombres de los muertos de ese pueblo pertenecientes al bando nacional, cerrada por el marcial grito de « ¡Presentes!»—; el ya citado valle de los Caídos, donde se enterró a José Antonio Primo de Rivera —el Ausente— después de un traslado a hombros desde Alicante a El Escorial —símbolo de la memoria de la monarquía católica—; el Alcázar de Toledo, cuyo asedio y liberación fueron hábilmente utilizados por Franco para asegurar su predominio entre sus propias filas, y que dio nombre al principal periódico «ultra» —El Alcázar—; el Monumento al Sagrado Corazón de Jesús en el Cerro de los Ángeles, centro geográfico de España, que le está consagrada, y que fue profanado por las tropas republicanas con una pantomima de fusilamiento, para ser convenientemente desagraviado tras la Victoria; por último, tras la muerte de Franco, fueron las conmemoraciones del 20 de noviembre (20-N), con manifestaciones en la plaza de Oriente —masivas en los años 70—. La memoria de la época sigue siendo la función de la Fundación Francisco Franco, privada pero sostenida con fondos públicos, que custodia documentación histórica de forma que algunos historiadores han discutido.[14]
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
Y para quien pueda acceder, este artículo es de una entrevista original publicada en el ABC EL 17 DE DICIEMBRE DE 2006, realizada a Stanley Paine (por si quereis saber quien es). Por lo del contexto
http://www. abc. es/20061217/nacional-nacional/ objetivo-memoria-historica-tra zar_200612170245. html


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