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OROPESA DEL MAR: Información biográfica...

Carlos Pellicer >

Yo acaricio el paisaje

Yo acaricio el paisaje,
oh adorada persona
que oíste mis poemas y que ahora
tu cabeza reclinas en mi brazo.
Hornea el mediodía sus colores,
labrados panes para el ojo
que comulga con ruedas de molino.
10, 15, 20, 30, las parcelas
opinan sobre el verde, sin agriarse;
y los poblados, vida y ropa limpia
sacan al sol. Caminos campesinos
suben sin rumbo filo, a holgar, al cerro.
Los árboles conversan junto al río,
de nidos en proyecto, de otros en abandono,
de la nube servida como helado
en el remanso próximo,
del equipaje de las piedras
que acaso nadie ha dejado en la orilla,
de la avispa hipodérmica,
del aguacero y la joven vereda,
de las ranas deletreadas en su propia escuela,
del verso como prosa
y del viento de anoche que barrió las estrellas.
El río escucha siempre caminando.
El río que se conduce a sí mismo, cómo y
cuándo...
Detrás de un cerro grande
va estallando una nube lentamente.
Su sorpresa
es como nuestra dicha: ¡tan primera!
Lo inaugural que en nuestro amor es clave
de toda plenitud.
El aire tiembla a nuestros pies. Yo tengo
tu cabeza en mi pecho. Todo cuaja
la transparencia enorme de un silencio
panorámico, terso,
apoyado en el pálido deliro
de besar tus mejillas en silencio.

Información biográfica

Nombre: Carlos Pellicer Cámara
Lugar y fecha nacimiento: San Juan Bautista -hoy Villahermosa-, Tabasco (México), 16 de enero de 1897
Lugar y fecha defunción: México D. F. (México), 16 de febrero de 1977 (80 años)

Al dejar un alma

Agua crepuscular, agua sedienta,
Se te van como sílabas los pájaros tardíos.
Meciéndose en los álamos el viento te descuentan
La dicha de tus ojos bebiéndose en los míos.

Alié mi pensamiento a tus goces sombríos
Y gusté la dulzura de tus palabras lentas.
Tú alargaste crepúsculos en mis manos sedientas:
Yo devoré en el pan tus trágicos estíos.

Mis manos quedarán húmedas de tu seno.
De mis obstinaciones te quedará el veneno,
Flotante flor de angustia que bautizó el destino.

De nuestros dos silencios ha de brotar un día
El agua luminosa que dé un azul divino
Al fondo de cipreses de tu alma y de la mía.

Bueno, un soneto un poco libre fuera de las reglas métricas de los clásicos pero precioso.

Un besoooooooooooo