CARAVACA DE LA CRUZ: PARLAMENTO DEL DÍA 3 DE MAYO EN CARAVACA DE LA CRUZ...

PARLAMENTO DEL DÍA 3 DE MAYO EN CARAVACA DE LA CRUZ
Por José Ortega Martínez, 1883

CRISTIANO: Cita te di y a la cita acudiste presuroso; que el cielo te haga dichoso le pido a mi Cruz bendita.
SULTÁN: Parlamento me anunciaron los sones de tus clarines y vengo a saber los fines que para ello te impulsaron. Se breve.
C: Ya lo has de ver, pues me abruma la impaciencia por cumplir de mi conciencia con un sagrado deber.
S: Pues di cristiano.
C: ¡Sultán! Ya nuestros bravos soldados frente a frente situados, prestos a la lucha están. Ya el relinchar de los brutos y el crujir de las corazas óyense cual amenazas de desolación y lutos. Bien pronto los resplandores de ese sol que nos alumbra, convertiranse en penumbra llena de sangre y horrores. Y esta alfombra matizada de violetas y tomillos, y esos tiernos pajarillos que trinan en la enramada y esas fuentes cristalinas en do se miran los cielos, y esos mansos arroyuelos, y esas bordadas colinas, ruinas quedarán mañana de la destructora guerra y no habrá un palmo de tierra que no haya una tumba humana.
S: Tétrica es la descripción que me haces de la guerra, ¿crees que mi ánimo se aterra? Termina ya tu sermón.
C: Sé indulgente, gran Sultán y un momento más escucha.
S: Vamos cristiano a la lucha.
C: Es que la quiero evitar. Quiero que seamos hermanos como tales nos amemos y sólo al Dios adoremos que adoramos los cristianos. Que no busques otra luz del mundo en nuestro camino que la del faro divino de mi Santísima Cruz. Que jamás ostentar dejes esas reliquias mentidas de sectas envilecidas que obras son de los herejes. Que os inspiréis en mi Dios, de Cielos y Tierra Rey y de su divina Ley caminéis por siempre en pos. Que apagues tu encono fiero y hacer la paz te decidas para salvar estas vidas que va a segar el acero, y con nobleza y honor los ejércitos unidos, desde hoy queden convertidos a la gracia del Creador. El hablarte en este estilo ya ves que no me avergüenza, cumplí así con mi conciencia y espero el fallo tranquilo.
S: ¡Tranquilo, sí… estarlo debe y con sobrada razón quien no tiene corazón o como el tuyo que es de nieve! Gran ruindad se necesita, ¿dije ruindad? ¡Cobardía!, para venir este día a hablar de una Cruz bendita, de un Dios que será un cualquiera y que en verdad y no en broma, será un criado de Mahoma de los de más baja esfera.
C: ¡Impío, calle esos labios!
S: Cristiano, no alces el grito, que para un leño y un mito no hay ofensa ni hay agravios. Que es su valor tan menguado y tan mezquino su precio, que sólo con mi desprecio lo encuentro muy bien pagado. Ya verás, gran General, dentro de breves momentos esas cruces y esos cuentos a donde van a parar. Ya verás el fin que tienen tus orgullos altaneros y esos míseros guerreros que a luchar contra mí vienen. Sangre, lodo y confusión quedará tan solo de ellos antes que el Sol sus destellos retire de esta mansión. Y al golpe de los alfanjes de mis huestes agarenas, cubrirán estas arenas los cuerpos de esas falanges, y una por una segadas sus desgreñadas cabezas en mis altas fortalezas ordenaré sean colgadas, do el águila y el milano con sus garras como el hierro no dejen rastro de un perro de ese ejército cristiano. Y esa Cruz tan altanera, falsa, engañosa y mentida, la mirarás convertida en asta de mi bandera. ¿Qué dije? Locura fuera elevarla a tal destino: la quemo… y tu Dios divino que la saque de la hoguera.
C: Maldito seas agareno, maldita tu raza mora y maldito cuanto adora ese pueblo sarraceno. ¡Infame, blasfemo, vil, sucia escoria del averno, aborto del mismo infierno y venenosos reptil! Ya para ti no hay perdón, africano mal nacido, que de mi pecho has oído la piadosa compasión. ¡Guerra a muerte miserable! ¡Guerra que cuartel no haya para ti y esa canalla, asquerosa y despreciable; y exterminio, sangre y fuego que hagan tus ídolos trizas y confundan en cenizas a ese Alá del que reniego! ¡Sólo esto espero, traidor, sólo esto espero, cobarde! ¿Tiemblas? Pues ¿do está tu alarde de arrogancia y de valor? ¿Qué hiciste de aquellos bríos que mostrabas belicoso cuando, humilde y silencioso escuché tus desvaríos? Qué gran mentira revela ese rostro demudado más propio que de un soldado de una simple mujerzuela.
S: ¡Cristiano!
C: No hay que perder un momento más. Escucha ¿quisiste lucha? A la lucha hasta morir o vencer. Mando moros a millones, trae tus estados enteros, que un puñado de guerreros basta para tus legiones. ¡Di a Alá que te preste luz, di que de su altura baje y en mi presencia ultraje a mi Santísima Cruz! Cruz bendita, Cruz gloriosa, Madre del mundo cristiano, llega que el perro africano ciegue al verte tan hermosa. Llega de mi ayuda en pos, llega radiante de gloria y preside la victoria de los hijos de tu Dios. Llega en la lucha y goza, que la piel de ese agareno cubrirá el polvo y el cieno por do pase tu carroza. Llega que tu hijo está aquí, y en terminando esta guerra no habrá un lugar en la Tierra donde no se adore a Ti. ¡A la batalla ahora mismo!
S: Mas si el plazo dilatara.
C: ¡Te hallaré aunque te ocultaras en el seno del abismo! Tu cabeza es mi ambición, darte muerte mi deseo y escupir tu rostro feo, mi mayor satisfacción. Aléjate moro impío.
S: Volveré, perro cristiano…
C: No volverás, africano, lo juro por el Dios mío.
S: Guerra a muerte el moro grita.
C: Guerra a muerte sarraceno.
S: ¡Viva nuestro Alá agareno!
C: ¡Viva nuestra Cruz bendita!
¡VIVA!
Que ganas de que lleguen de nuevo, se me ponen los pelos de punta.
Espero que no haya faltado nada ni haya ningún error. Si lo hay me lo decís y lo arreglo.