RETIRO: Foto para recuerdos: ¿ya no hay barcas? No se aprecian...

Foto para recuerdos: ¿ya no hay barcas? No se aprecian en esta foto.! Benditos catorce años, con que poco no conformábamos! Supongo que esos tenía yo, cuando me sentaba en los incómodos bancos, donde me sentaba a leer algún domingo tebeos prestados por mis primos. Benditos, por los recuerdos y la inocencia: consecuencia de la edad... Pero allí fui creciendo y naturalmente, allí comencé a fijarme en las pantorrillas de las chicas, que frecuentaban aquellos paseos... Y mientras hacía acá y allá algún trabajo mal pagado, por el que se te exigía a veces estar agradecido: casi sin darte cuenta te plantas en l8 años, y a base de horas, de burlas vejatorias al ser humano, vas despertando, y te haces menos tolerante, a la vez que te nacen los porqués. Ya andaba Madrid por los años 50: juventud, y un trabajo mas o menos "decente". Ya habían surgido otras necesidades, aparte de la lectura, o los cines baratos de la ciudad. Los Domingos, ya podías calzar zapatos nuevos de Segarra, porque estos duraban. Ya mirabas a las chicas de distinta manera. Por aquel entonces, era el lugar de "las chachas"-así se solía llamar a las sirvientas, llegadas de muchos rincones de España. Sufridas, jóvenes mujeres, escandalosamente mal pagadas, pero llenas de nobles sentimientos. Conocí ese mundo a fondo. No me detuve solamente, en mirarles la pantorrilla o algo mas, si mi timidez me lo permitía, permitía: llegué a conocer, su EL PORQUE se habían convertido en sirvientas; las peor pagadas del régimen, o tan siquiera pagadas que con la comida y con unos trapos desechados por la señora de turno, a las que a veces que a la vez exigían tratos reverenciales. Así me fui curtiendo, ensayando el amor por el sexo opuesto, y el deprecio hacia quienes explotaban, y, se fueron distanciando las visitas las visitas al parque... no sin vivir mis amoríos, que el mencionado régimen permitía y en la obscuridad del cine Doré. A veces me aventuraba a la Casa Campo, y entre la maleza, aquello que permitía, la muchacha, que dado las circunstancias, no era mucho, y porque la doble moral (! otra vez el régimen!) así lo exigía. To faltaron, un día, los grises a caballo, empeñados en llevarnos a comisaría; esto mucho mas tarde... Estábamos sentados: solamente sentados, charlando, pero a criterio de tan antipáticos, tanto como necios personajes, deberíamos estar en un lugar bien visible... nada extraño que años después, en París, alguien me preguntara: ¿Es verdad que en España, no hacéis el amor, hasta que no lleváis a una mujer al altar? recuerdo que malhumorado respondí:! Hombre, ni tanto ni tan calvo!... Creo que no entendió ni jota como si algún joven de ahora me lee... pues si muchachos, así eran las cosas, en esa ciudad, en mis mejores años. Aquellos que a menudo me leéis y estáis mas o menos por mi edad,; sabéis muy bien que este era el guión escrito y que aquel que se le saltara se exponía a un gran disgusto. Y que nadie se extrañe de mi firma: tiene sentido
LIBERTAD.
Saludos madrileña.


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