Como dice Ñirre:"cuando truena nos acordamos de no se que santo...
bueno sea.
Sin embargo, abultadas cuentas corrientes, se olvidan a diario, de que cada seis segundos muere un niño. que en países sudamericanos, hay mujeres, que descienden a horribles minas y que sus hijos pequeños, apenas de sus brazos pueden mover pesadas carretillas... y que hace como tres cuartosd siglo, sucedía en este nuestro país, y que aún suceden hechos para caerse de vergüenza.
Amigo Salud a noche la 2, también, hablaría, de los que nacimos hace mas de tres cuartos de siglo. de los que nos vimos obligados a soportar muchas vergüenzas, de los que no olvidamos, de los que molestamos, por que aprendimos que callar es incar la rodilla, de forma humillante.
Viendo el reportaje de anoche, lloré una vez mas de rabia, porque viera llorar a niños que vivieron el destierro, de las manos de sus madres.
Ya había, leído, algo de ese viaje, desde una ciudad llamada Anguleme, (por la que he pasado muchas veces) hasta un campo delos llamados de (concentración) Matausen o algo así, de ese tren que se llamaría: el tren de los novecientos.
Ese viaje de ida y vuelta, que tan penosa sería la ida, la estancia como el recibimiento y el desprecio, a inocentes (los niños siempre son inocentes)
De aquellos niños, la historia al día de hoy, sigue siendo gualménte, acusadora.
"Solo la tumba cerrará mi boca", escucharía un día. No lo he olvidado.
bueno sea.
Sin embargo, abultadas cuentas corrientes, se olvidan a diario, de que cada seis segundos muere un niño. que en países sudamericanos, hay mujeres, que descienden a horribles minas y que sus hijos pequeños, apenas de sus brazos pueden mover pesadas carretillas... y que hace como tres cuartosd siglo, sucedía en este nuestro país, y que aún suceden hechos para caerse de vergüenza.
Amigo Salud a noche la 2, también, hablaría, de los que nacimos hace mas de tres cuartos de siglo. de los que nos vimos obligados a soportar muchas vergüenzas, de los que no olvidamos, de los que molestamos, por que aprendimos que callar es incar la rodilla, de forma humillante.
Viendo el reportaje de anoche, lloré una vez mas de rabia, porque viera llorar a niños que vivieron el destierro, de las manos de sus madres.
Ya había, leído, algo de ese viaje, desde una ciudad llamada Anguleme, (por la que he pasado muchas veces) hasta un campo delos llamados de (concentración) Matausen o algo así, de ese tren que se llamaría: el tren de los novecientos.
Ese viaje de ida y vuelta, que tan penosa sería la ida, la estancia como el recibimiento y el desprecio, a inocentes (los niños siempre son inocentes)
De aquellos niños, la historia al día de hoy, sigue siendo gualménte, acusadora.
"Solo la tumba cerrará mi boca", escucharía un día. No lo he olvidado.
