Esta versión supone un avance técnico e iconográfico en relación con el «Crucificado con la
Virgen,
santo Domingo y
san Juan», que Tiziano realizó en 1558 para la
iglesia de San Domenico de Ancona. La proyección de la imagen potente y solitaria de
Cristo sobre un
cielo más atormentado ayuda a acentuar la soledad trágica del tema. Frente al
nocturno de Ancona, el pintor introduce en esta obra un nuevo
juego de iluminaciones, que reproduce el momento justo de la muerte. La ocultación del sol y la cubrición de la tierra con tinieblas son reemplazadas por la presencia de una luna creciente y una
tormenta con intensos rayos, a la vez que diversas pinceladas sueltas de
color naranja cruzan el horizonte como luces de crepúsculo. La inclinación de la cabeza de Cristo hacia su izquierda, a diferencia de la forma tradicional que adopta la de Ancona, pretende dar una mayor heroicidad a la escena, en la que no se ha querido incluir ningún elemento que pueda distorsionar el triunfo de la muerte. Y, de ahí, que la calavera y el esqueleto de Adán se hayan trasladado al ángulo inferior derecho. Por el contrario, la zona del
paisaje resulta de una menor efectividad dramática, aunque todo el entorno fue concebido en un principio de una forma mucho más atrevida, tal como revela la radiografía.
La historiografía moderna viene unánimemente considerando la plena autoría tizianesca, destacando siempre la belleza y la valentía de trazo de esta obra. En cuanto a su fecha de ejecución, lo más acertado es situarla hacia 1565, cuando están ya establecidos los elementos típicos de su estilo tardío, en el que la técnica pictórica se hace más ligera y transparente, lo que le permite valorar las posibilidades expresivas del propio lienzo, cuya trama puede apreciarse en algunas zonas del cielo, a lo largo del madero y en la base de la
cruz. Este «Crucifijo» supone un paso más en el acrecentamiento del patetismo dramático de la escena, dentro de la propia evolución del misterio divino.
La obra no aparece citada en la correspondencia epistolar entre Felipe II, sus embajadores españoles y el artista, por lo que se desconocen los pormenores del encargo y de su envío al rey. Su primera noticia documental se produce con la entrega de objetos al Real
Monasterio de San Lorenzo de El Escorial de 1574, donde figura claramente como «de mano de Tiziano». Según Sigüenza (1604), se instaló en el pasillo trasero del relicario de san Jerónimo, junto al «San Juan Bautista» de Tiziano, hoy en las Salas Capitulares escurialenses, para destinarse ambos a partir de 1656 a la Sacristía, de acuerdo con la nueva reordenación pictórica llevada a cabo por Velázquez.