La ampliación del
edificio que da al
paseo de la Castellana fue diseñada, en estilo regionalista sevillano, por los arquitectos Aníbal González y Teodoro de Anasagasti ya en el año 1926.
A pesar de su
arquitectura de corte historicista, está considerado como una de las primeras construcciones que introducen el modernismo en
Madrid. Ello es debido a su decoración interior, integrada por numerosos elementos de art nouveau, tales como
vidrieras artísticas de la
Casa Maumejean, pinturas murales de José Arija Saiz o forjados de hierro del Taller Masriera.