Monumento a Calderón de la
Barca en la
plaza de
Santa Ana de
Madrid
Pasar por la plaza de Santa Ana era entrar en un remanso y perderse en un pequeño laberinto de
caminos y
árboles... Hay
noches en que no podría digerir la verdad de la
noche si no paso un momento por la plaza de Santa Ana.
—Ramón Gómez de la Serna (1931)