Todo el mundo sabe ya,
que los amiguitos del alma
no se pueden separar
ni en Valencia ni en Graná
ni en Madrid ni el Almendral.
Y yo que soy camaleón
con ojinos guiñainos
y un yerbas y un duendino
y tengo por tarro un melón,
comprendo su sinrazón
pues; es fácil entender
que, para obtener el poder
se envuelvan en su caparazón,
pongan cirios a Lucifer
y lo acepten como señor
ya que, al fin y al cabo es
y siempre así lo fue,
Él, el que los iluminó.
Además, es natural
la alianza entre iguales
que aspiran a medrar
controlando los caudales
de las gentes principales;
que son las fuerzas vivales
que vivaquean en el lugar
aprovechando la bonanza
de la coyuntura especial
a la que nos abocó las andanzas
de ciertos transfugas y zares
y algunos iluminados más.
que los amiguitos del alma
no se pueden separar
ni en Valencia ni en Graná
ni en Madrid ni el Almendral.
Y yo que soy camaleón
con ojinos guiñainos
y un yerbas y un duendino
y tengo por tarro un melón,
comprendo su sinrazón
pues; es fácil entender
que, para obtener el poder
se envuelvan en su caparazón,
pongan cirios a Lucifer
y lo acepten como señor
ya que, al fin y al cabo es
y siempre así lo fue,
Él, el que los iluminó.
Además, es natural
la alianza entre iguales
que aspiran a medrar
controlando los caudales
de las gentes principales;
que son las fuerzas vivales
que vivaquean en el lugar
aprovechando la bonanza
de la coyuntura especial
a la que nos abocó las andanzas
de ciertos transfugas y zares
y algunos iluminados más.