Cenotafio que con cuatro lápidas hace referencia a las víctimas de la fiebre amarilla (la peste groga) que asoló
Barcelona a finales de 1821 y principios de 1822. Mención especial merecen los médicos, regidores municipales y clero. La llamada fiebre amarilla se cobró la vida de entre 8.820 y 8.850 personas.