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ZAMORA: Si mis hijos hubieran resucitado, como esperé dos años,...

Si mis hijos hubieran resucitado, como esperé dos años, no habría pasado nada»
El asesino dice que solo «responsabilicé a Dios de la muerte de mis hijos, no a Roberto», al que disparó ocho veces porque «su familia me amenazó»
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El asesino confeso del crimen de Roberto B. B. durante la primera jornada del juicio celebrada ayer.
Foto Emilio Fraile
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SUSANA ARIZAGA El asesino confeso del crimen de Roberto B. B. negó ayer ante el jurado haber planeado la muerte del joven gitano, el 19 de diciembre de 2009, durante dos años, los que distaban desde que sus dos hijos mayores murieran en un accidente de tráfico. Y lo hizo exculpando al finado de aquel fatídico siniestro, «nadie tiene la culpa, solo responsabilicé a Dios por no haber puesto su mano para salvarlos». En su declaración el único imputado en el caso insistió en que nunca amenazó a Roberto de muerte, como se aseguraba en la comunidad gitana de Zamora, «son invenciones», y justificó su actitud violenta hacia la víctima porque «su familia quería matarme por el tiro» que recibió en la sien en 2008 y que casi acaba con su vida. Negó tener nada que ver en aquel suceso.

«Si mis hijos resucitan, no pasa nada. Esperé dos años» ese milagro en vano. Con un discurso contradictorio en algunos momentos de su declaración ante el jurado y delirante -«se hace el loco para exculparse», advirtió el abogado de la acusación particular-, Herminio M. F., gitano apodado «El Boy», proclamó que «no necesitaba venganza. Mis hijos descansan en paz, se mataron solos» en accidente. «Si Roberto hubiera tenido algo que ver, le hubiera matado antes, no habría esperado dos años».

El único imputado en el asesinato de Roberto B. B., el 19 de diciembre de 2009, manifestó en la primera vista del juicio celebrado en la Audiencia Provincial que «responsabilizaba a Dios por no poner su mano» para evitar que murieran tras el accidente ocurrido el 24 de octubre de 2007, en la calle de Fermoselle, «oré y le pedí al menos déjame uno; hice un ayuno parcial siete meses, iba todos los días al cementerio, dormía allí».

Con esas palabras el procesado negó tener nada que ver con el primer intento de asesinato de Roberto, el 24 de julio de 2008 cuando recibió un tiro en la sien de manos de un sicario que le dejó una minusvalía física del 79% que le obligaba a andar con muleta. Herminio justificó el crimen del joven gitano de 24 años porque «sus primos y sus tíos me amenazaron de muerte a mí, a mi mujer y a mi hijo» tras aquel disparo. El abogado de la familia de la víctima le preguntó por qué no había denunciado, cuando un mes y medio antes del crimen había estado declarando en el Juzgado como testigo y sospechoso de haber pagado al sicario. Una pregunta que no respondió. «Yo con todo el mundo me llevo bien», contestó cuando le reprochó que en aquella declaración ante el juez «me dijo que se llevaba bien con Roberto y, cuando le pregunté que si tenía una pistola, me dijo que solo tenía una biblia». Ante la insistencia de Fernández sobre por qué mató a Roberto, el procesado terminó por perder los nervios: « ¡Me amenazaba de muerte!, amenazas de gitanos» y se llevó la mano al cuello. El día del crimen, al encontrarse con el joven, «me levantó la muleta» en gesto intimidante, según el acusado, «y yo saqué el arma y se la enseñé», simuló la pistola con la mano.

Herminio rechazó haber actuado con arreglo a un plan premeditado al vaciar sobre el joven el cargador de la pistola que portaba, argumento que no convenció al abogado de la familia de Roberto, quien le recordó que «le disparó a corta distancia tres balas en la cabeza e inmediatamente cinco en el tórax», después de haberle «pegado con su vara y tirado al suelo».

El hombre argumentó que cuando le vio correr hacia el bar de la Bajada del Mercado, pensó que dentro «estarían sus primos o sus tíos» y que saldrían a matarle. Insistió en el «dolor» de un padre que pierde a sus hijos y replicó al letrado «si es padre, ¿qué haría usted?». El abogado lanzó un conciso «no se me ocurriría matarlo».