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ZAMORA: Fránkfort con sabor zamorano...

Fránkfort con sabor zamorano
Nuria de Paz Barrio lleva diez años viviendo con su marido y sus hijos en la pequeña ciudad alemana, donde trabaja como cocinera en un restaurante español
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B. BLANCO GARCÍA
Inquieta y de mente abierta, a la zamorana Nuria de Paz Barrio nunca le asustó buscar su futuro en el extranjero. Y parece que lo ha encontrado en la ciudad alemana de Frankfurt, después de pasar una temporada en Inglaterra para aprender el idioma. Allí vive con su marido Jesús Ángel, otro zamorano, y sus hijos Marco y Lara, nacidos alemanes. «Trabajábamos en Madrid cuando la empresa de mi marido lo envío a Alemania durante dos meses para trabajar en otra firma. Esta empresa le propuso quedarse y pensamos que podía ser una buena oportunidad. Nuestra idea inicial era estar aquí un año o dos, pero la realidad es que estamos a punto de cumplir los diez años aquí», recuerda Nuria.

A pesar de todo este tiempo, Nuria asegura no sentirse de allí en absoluto. «Pero estoy muy a gusto», reconoce. «Soy española y eso siempre estará presente. En Frankfurt vive gente de todo el mundo; somos tantos extranjeros que uno no se siente raro, eres uno más», explica.

Su marido trabaja en la actualidad en el departamento de localización de videojuegos de Nintendo, mientras que ella está de cocinera en un restaurante de comida española, «Comedor». «A los alemanes les gusta mucho la tortilla de patatas, suele ser un éxito garantizado», asegura esta zamorana, «pero les cuesta mucho comer pescado y más si ven el pez entero. Sienten como que los ojos del pez les miran y no pueden comerlo», añade.

La casquería, «típica tapa tradicional en Zamora con los callos, el morro o la oreja», es otro de los alimentos a los que ponen reparo los alemanes, junto con el jamón. «En casa tenemos uno en la cocina y los amigos de mis hijos lo miran con reparo, no entienden que alguien pueda querer tener la pata de un cerdo en su cocina», relata, aunque asegura también que aunque no todos están dispuestos a probarlo, «el que lo hace, repite».

Las remesas de productos españoles cada vez que viene a Zamora a visitar a la familia cada vez son menores porque en Alemania ya es habitual encontrar este tipo de productos en los supermercados, «como queso manchego, chorizo, aceitunas o aceite de oliva», enumera. «Por desgracia, lo que hay cada vez menos son las pequeñas tiendas españolas de toda la vida, esas que abrieron la primera generación de emigrantes españoles. Poco a poco se van jubilando y por eso están desapareciendo. En Frankfurt ya solo queda una», relata.

Lo que no perdonan los alemanes son los dulces. «Les encantan las tartas y no es raro que te inviten a desayunar a su casa. Eso es algo muy alemán. Además, los fines de semana les gusta hacer un "brunch", una especie de mezcla entre el desayuno y la comida, con un menú contundente».

Esta zamorana describe Frankfurt como «una ciudad pequeña, del estilo a Valladolid, pero con un aeropuerto enorme» y asegura que, a pesar del tiempo transcurrido, no se ha dejado arrastrar por las costumbres alemanas. «Intentamos mantener nuestras tradiciones, aunque adaptándolas al ritmo de vida de aquí», explica.

Nuria y su familia no perdonan los dos viajes anuales a Zamora para visitar a los suyos y salir de tapas, «una de las cosas que más me gusta hacer cuando voy allí», confiesa. En sus diez años fuera de su ciudad natal ha comprobado los paulatinos cambios que ha experimentado. «Las transformaciones las voy viendo con regularidad, pero creo que el gran cambio lo dio cuando se reformó todo el casco antiguo», considera.

Todos estos años en Alemania le han hecho conocer un poco a sus gentes, «aunque solo nos relacionamos con los majos y los más abiertos, que, en el fondo, no son tan distintos a nosotros», asegura. Una de sus características más particulares es «que les gusta planificarlo todo, incluyendo su tiempo libre. Cuando quedas con alguien siempre saca la agente para ver qué día tiene libre. Necesitan tenerlo todo bien organizado».

Aunque afirma que los españoles deberían aprender de los alemanes «su eficiencia, porque te dicen cuándo empezarán y terminarán un trabajo y siempre lo cumplen», también añade que ellos deberían adoptar de los españoles una característica tan propia como la naturalidad. «Deberían ser un poco más espontáneos», sugiere.