Acabas de iniciar una relación. Todo es romántico y perfecto, hasta que llega la primera riña. Eso no es en realidad un problema, a menos que al amor de tu vida le cambie el humor constantemente, te trate a veces de forma muy dulce pero en otras te llegar a herir, y muy fuertemente. Podrías ser víctima de un misógino.
Las actitudes misóginas en la relación de pareja, tarde o temprano degeneran en violencia de género y, en casos extremos, conducen a la muerte. “Las mujeres deben aprender a detectarlas”, sostiene Lucy Serrano, psicoterapeuta mexicana.
Según expertos uno de los factores que explican gran parte de los casos de violencia contra las mujeres es la misoginia. En su definición más estricta, el término indica aversión u odio a las mujeres, sin embargo, como explica Serrano, “Los misóginos no odian a las mujeres, sino que las quieren controlar”.
Distinto al machismo
En el machismo se considera a la mujer como alguien inferior, y es una actitud un poco más paternalista, explica Serrano. “El misógino al mismo tiempo quiere controlar a la mujer y la quiere tener a menos, porque cree que si no la controla entonces la mujer se va a convertir en alguien muy poderoso y por eso la tiene que tener sometida”.
El machismo por su parte, se manifiesta de forma más primitiva. Es una coacción física o psicológica con expresiones protectoras a la vez que discriminatorias. En casos extremos, castiga comportamientos afeminados en los hombres. El machismo y la misoginia en cierto modo se parecen, pero no son lo mismo.
La misoginia es infinitamente más refinada, afirma Serrano, sobretodo en cuestión de pareja. “Un misógino es una persona que en el fondo tiene actitudes muy perversas, ya patológicas, que tienen que ver con ese control que quiere mantener sobre la mujer”. La misoginia también puede darse en relaciones lesbianas.
Cómo detectar a un misógino
El misógino, según Serrano, tiene tres facetas en su personalidad que va alternando a medida de la necesidad de control sobre su pareja, a saber:
El Príncipe.- Suelen ser atentos, educados muy inteligentes y brillantes. En muchos aspectos se trata de gente que ha tenido éxito en la vida, entonces una los admira. “Y como las mujeres, muy en el fondo, tienen esa enorme necesidad de protección, eso hace que se queden muy enganchadas” explica Serrano. En casos extremos los llamados ´Príncipes` son tan perversos que estudian a su víctima potencial. Estudian cuáles son sus lados débiles para generar esa excelente impresión.
El Patán.- Es cuando sale la persona grosera, que menosprecia, que humilla y devalúa, pero que todavía puede hacerlo de manera sutil. “Te puede decir las cosas pero como que te las dice por tu bien. Aparentemente te lo dice de forma cariñosa pero no deja de estarte devaluando”, indica Serrano. Pero con el paso del tiempo empiezan las groserías y una se descontrola porque estaba acostumbrada al ´Príncipe´. Este último puede volver y alternarse con el patán, de modo que una conserva la esperanza de que la pareja vuelva a ser ´normal´.
El niño herido.- Cuando la mujer se harta del maltrato, del desprecio, del control, del desgaste, de la angustia, empieza a querer retirarse del misógino y él no lo va a permitir. “Es tan hábil que puede fingir, que puede actuar y entonces se muestra arrepentido y dice que te quiere, que te valora, que hay que seguir trabajando para que la relación funcione y la mujer se siente de lo más maternal y piensa que finalmente ya se arrepintió, ya se dio cuenta de que está equivocado, pero no es así”. Según Serrano esta actitud es simplemente un truco.
“Es más, muchos hombres misóginos, cuando ya llegan a los extremos de los golpes, primero te golpean y luego te mandan flores y esto genera un enorme descontrol”.
Por eso la gente desde afuera no entiende por qué las víctimas ´se enganchan´. “Muchas veces dicen oye pero eres una tonta, si este hombre te maltrata por qué no lo dejas. Creen que es muy sencillo, pero no se dan cuenta de esta red, de todos estos hilos macabros que el misógino ha tejido alrededor de su víctima, la que difícilmente puede escapar”.
... (ver texto completo)