S. RAMOS
Santa Águeda, la fiesta de las mujeres por excelencia cambió ayer el panorama de los pueblos de la comarca del Vino que amanecieron con densa niebla amenazando así deslucir el variopinto escaparate que ofrecía la amplia variedad de trajes tradicionales que lucían con arrebato las aguederas de la zona.
Manteos, rodaos, hermosas camisas de lino bordadas a mano, gabachas, tapaculos o cintas adornando la cabeza encajaban de maravilla en la damas, quienes lejos, ayer, del quehacer cotidiano mostraban su alegría y desparpajo cantando y bailando sin cesar, eso sí, después de cumplir religiosamente y con fervor a la santa mártir de Catania.
Las más madrugadoras eran las aguederas de Morales del Vino, que acudían antes del mediodía a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción acompañando a la abadesa y las mayordomas que presidían no sólo la procesión y la misa, donde portaban las varas de la cofradía, sino también como protagonistas y anfitrionas en el convite que ofrecían a la hermandad después de la misa y el desfile procesional para seguir solicitando la miaja. Ofrecían a cambio castañas cocidas con anises que con esmero habían preparado la tarde anterior, como es costumbre en este pueblo.
La jornada festiva que mostraba similar programación en otras localidades de la comarca, mantiene vivas también otras peculiaridades como es el caso de Corrales o Moraleja del Vino donde los alcaldes respectivos entregan por un día el bastón de mando a las mujeres del pueblo.
La concentración, el pasacalles y la pedida de la vara iniciaban en ambas localidades los actos en honor a santa Águeda mientras que por la tarde las mujeres continuaban en clave de camaradería y cierto tono picarón cantando y bailando hasta concluir la jornada con la verbena ya abierta al público.
En Peleas de Arriba las aguederas vivían también intensamente la fiesta de la patrona.
Para hoy la fiesta continúa en Moraleja del Vino cuando las aguederas de este pueblo recorren las residencias de ancianos ubicadas en el pueblo para bailar a ritmo de dulzaina y tamboril y concluir el fin de semana con una cena de hermandad en el restaurante de la piscina municipal.
Santa Águeda, la fiesta de las mujeres por excelencia cambió ayer el panorama de los pueblos de la comarca del Vino que amanecieron con densa niebla amenazando así deslucir el variopinto escaparate que ofrecía la amplia variedad de trajes tradicionales que lucían con arrebato las aguederas de la zona.
Manteos, rodaos, hermosas camisas de lino bordadas a mano, gabachas, tapaculos o cintas adornando la cabeza encajaban de maravilla en la damas, quienes lejos, ayer, del quehacer cotidiano mostraban su alegría y desparpajo cantando y bailando sin cesar, eso sí, después de cumplir religiosamente y con fervor a la santa mártir de Catania.
Las más madrugadoras eran las aguederas de Morales del Vino, que acudían antes del mediodía a la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción acompañando a la abadesa y las mayordomas que presidían no sólo la procesión y la misa, donde portaban las varas de la cofradía, sino también como protagonistas y anfitrionas en el convite que ofrecían a la hermandad después de la misa y el desfile procesional para seguir solicitando la miaja. Ofrecían a cambio castañas cocidas con anises que con esmero habían preparado la tarde anterior, como es costumbre en este pueblo.
La jornada festiva que mostraba similar programación en otras localidades de la comarca, mantiene vivas también otras peculiaridades como es el caso de Corrales o Moraleja del Vino donde los alcaldes respectivos entregan por un día el bastón de mando a las mujeres del pueblo.
La concentración, el pasacalles y la pedida de la vara iniciaban en ambas localidades los actos en honor a santa Águeda mientras que por la tarde las mujeres continuaban en clave de camaradería y cierto tono picarón cantando y bailando hasta concluir la jornada con la verbena ya abierta al público.
En Peleas de Arriba las aguederas vivían también intensamente la fiesta de la patrona.
Para hoy la fiesta continúa en Moraleja del Vino cuando las aguederas de este pueblo recorren las residencias de ancianos ubicadas en el pueblo para bailar a ritmo de dulzaina y tamboril y concluir el fin de semana con una cena de hermandad en el restaurante de la piscina municipal.
