Réplicas de FACEBOOK.
José María García Mateos
Crónicas de una letra minúscula.
24. - Vaya pollo, digo pájaro
Hace ya muchos años, pero muchos, volviendo con los matrimonios por conveniencia, o por preparación, pues muchas veces aunque sin obligar, siempre había métodos y formas para preparar el camino. Y que quede claro, que se preparaba, unas veces para bien y otras para no, tan bien.
Así sucedió con unos antepasados míos, pero hace ya tantos años, que da igual decir los nombres, que no, por que son desconocidos para nosotros. Me estoy refiriendo a niveles de parentesco de tatarabuelos para arriba.
Resultó, que un buen día llegó al pueblo, un “hombrico” con su carromato de varas vendiendo pollos, en aquellos tiempos, no ocurría lo que ahora, que vienen los pollos clasificados, certificados, etiquetados y si me apuras plastificados, con el carnet de identidad en el pico, y si no con un chip en el cogote. Aquel hombre los traía en un par de cajas de madera y todos revueltos.
Estos antepasados eran hermanos, estaban en la solana de tertulia, cuando apareció él de los pollos.
Dijo uno de ellos.
– Anda, pues yo necesitaba un par de docenas, de pollos, pero quería pollas, que tengo muchos gallos y pocas gallinas en el corral.
Le dice el otro, no te preocupes. – Tengo yo una mano con eso de distinguirlos, no se me escapa uno.
Se acercaron al del carromato. Le dijeron lo que querían, a lo que contestó el vendedor. Pues si este dice que entiende, nada, que escoja él las que quiera. Y el experto en la materia, metiendo mano en los cajones, iba sacando y diciendo. Ésta es polla, ésta no, ésta es polla, ésta también, ésta si, ésta no, así, hasta sacar las dos docenas de pollas.
Dos docenas de pollas a tantos reales la polla, total tantos reales, coger el “ganao”, pagar y callar. Y camino a casa con las pollas al corral.
Poco a poco pasó el tiempo, tiempo que no perdona, ni a pollos ni a pollas, los animalitos fueron creciendo, y fueron pollos lo que debieron ser pollas. Total que salieron 23 pollos y una sola polla para sorpresa del comprador.
Y le dice él que las había comprado a su hermano.
- Vaya un ojo que tuviste tú, con las pollas, pájaro, buena me la metiste.
Contestandole éste.
- Peor ojo tuviste tú, con mi nuera. Menuda pájara me elegiste.
****************************** ******************
Voy a poner una frase que se la dijo el cura de San Juan, de la iglesia de Malva, Don Francisco Bragado, al albañil que tenia que retejar el tejado de la iglesia, después de haber llegado a un acuerdo en el ajuste de la obra:
"Recorriendo el tejado a teja levantada y tabla barrida a lomo de perro".
Año 1735 (Miguel Ángel Morillo, autor del libro Memorias de Malva).
Hoy no me acuerdo de nada a parte de lo dicho de lo que había en el cuchitril de Pedro, el nieto de Don Leonides el boticario de Malva.
“Es más fácil destruir un átomo que un prejuicio”
Albert Einstein.
Salud.
José María García Mateos
Crónicas de una letra minúscula.
24. - Vaya pollo, digo pájaro
Hace ya muchos años, pero muchos, volviendo con los matrimonios por conveniencia, o por preparación, pues muchas veces aunque sin obligar, siempre había métodos y formas para preparar el camino. Y que quede claro, que se preparaba, unas veces para bien y otras para no, tan bien.
Así sucedió con unos antepasados míos, pero hace ya tantos años, que da igual decir los nombres, que no, por que son desconocidos para nosotros. Me estoy refiriendo a niveles de parentesco de tatarabuelos para arriba.
Resultó, que un buen día llegó al pueblo, un “hombrico” con su carromato de varas vendiendo pollos, en aquellos tiempos, no ocurría lo que ahora, que vienen los pollos clasificados, certificados, etiquetados y si me apuras plastificados, con el carnet de identidad en el pico, y si no con un chip en el cogote. Aquel hombre los traía en un par de cajas de madera y todos revueltos.
Estos antepasados eran hermanos, estaban en la solana de tertulia, cuando apareció él de los pollos.
Dijo uno de ellos.
– Anda, pues yo necesitaba un par de docenas, de pollos, pero quería pollas, que tengo muchos gallos y pocas gallinas en el corral.
Le dice el otro, no te preocupes. – Tengo yo una mano con eso de distinguirlos, no se me escapa uno.
Se acercaron al del carromato. Le dijeron lo que querían, a lo que contestó el vendedor. Pues si este dice que entiende, nada, que escoja él las que quiera. Y el experto en la materia, metiendo mano en los cajones, iba sacando y diciendo. Ésta es polla, ésta no, ésta es polla, ésta también, ésta si, ésta no, así, hasta sacar las dos docenas de pollas.
Dos docenas de pollas a tantos reales la polla, total tantos reales, coger el “ganao”, pagar y callar. Y camino a casa con las pollas al corral.
Poco a poco pasó el tiempo, tiempo que no perdona, ni a pollos ni a pollas, los animalitos fueron creciendo, y fueron pollos lo que debieron ser pollas. Total que salieron 23 pollos y una sola polla para sorpresa del comprador.
Y le dice él que las había comprado a su hermano.
- Vaya un ojo que tuviste tú, con las pollas, pájaro, buena me la metiste.
Contestandole éste.
- Peor ojo tuviste tú, con mi nuera. Menuda pájara me elegiste.
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Voy a poner una frase que se la dijo el cura de San Juan, de la iglesia de Malva, Don Francisco Bragado, al albañil que tenia que retejar el tejado de la iglesia, después de haber llegado a un acuerdo en el ajuste de la obra:
"Recorriendo el tejado a teja levantada y tabla barrida a lomo de perro".
Año 1735 (Miguel Ángel Morillo, autor del libro Memorias de Malva).
Hoy no me acuerdo de nada a parte de lo dicho de lo que había en el cuchitril de Pedro, el nieto de Don Leonides el boticario de Malva.
“Es más fácil destruir un átomo que un prejuicio”
Albert Einstein.
Salud.
