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CASTROVERDE DE CAMPOS: VEINTE AÑOS DE LA LLEGADA DEL "EURO". PÁGINA Nº 2....

VEINTE AÑOS DE LA LLEGADA DEL "EURO". PÁGINA Nº 2.
J. ASUASábado, 1 enero 2022, 12:00
Su llegada no cautivó a los vallisoletanos. 134 años con pesetas en la cartera es mucho tiempo para que un extraño que venía de centroeuropa lograra el cariño de la ciudad en su primera visita. Aquel martes 1 de enero de 2002, tras la resaca de la Nochevieja, nuestra 'rubia', con la que se pudo pagar hasta el 28 de febrero de ese año en un periodo de convivencia de lo nacional con lo europeo, ganó por goleada al euro en las cajas de establecimientos y servicios. El Norte de Castilla plasmaba en sus primeras páginas esa resistencia a olvidarse de la moneda autóctona para entregar la confianza a un metal que generaba incertidumbre. Mucha. «A mí dímelo en cristiano», reclamaban en la ventanilla los viajeros que esa jornada iban a coger un autobús cuando se les pedía el importe del billete en la nueva divisa. Ese día, Jesús Presencio, director de la sucursal que el Banco Santander tenía en la avenida de Segovia, llegó muy pronto a la oficina. Aunque llevaban muchos meses trabajando en los preparativos, se veían venir. El decano de la prensa plasmó en una foto el momento. Desde la pecera blindada de la caja, una enorme cola de clientes esperaba para hacerse con algo del nuevo efectivo que ya era oficial en el viejo continente. Pasó en esta entidad y en todas. «Fue muy complicado, sobre todo para los profesionales de caja, que tenían que tener dos: una en euros y otra en pesetas. A la hora de cuadrar hubo dificultades y esa jornada la acabamos a las diez de la noche», rememora el exconcejal. En los escaparates, los precios ya aparecían con la € y, de repente, la multiplicación se convirtió en la operación matemática estrella. Cuatro euros por 166,386 igual a 665,554 pesetas. Era la forma de hacerse una idea. Galería. Así vivieron los vallisoletanos el paso de la peseta al euro. Recuerda Jorge de Prado, del histórico bazar Radio Valdeprado, en el número 2 de la calle Montero Calvo, ese estreno. «Fue un lío, nosotros no aplicamos redondeo, hicimos el cambio exacto y mantuvimos así esos productos hasta que se vendieron», relata. Su tienda fue entonces un referente. La venta de calculadoras conversoras se disparó. «Vendíamos tres o cuatro cada día y teníamos que explicar a los clientes cómo funcionaban, sobre todo a la gente más mayor, a la que le costaba más entenderlo», destaca. Aquel éxito del producto es ya historia, aunque Jorge confirma que aún se despachan. Los clientes: personas de avanzada edad que quieren comprobar lo que tienen o lo que compran en las pesetas de antaño y profesionales del campo que aún hacen operaciones con productos en la exdivisa española, que luego recalculan a la oficial de la UE.
V.. NAZARIO MATOS..