PÀGINA 2ªLa comida se celebraba en casa de la novia. En las bodas de nuestros abuelos ésta consistía en un buen cocido a base de sopa, garbanzos, berzas, relleno, carne, tocino y chorizo. Más tarde se impuso la paella como primer plato seguido de carne: pollos o conejos guisados, cordero campero asado o ternera asada, siempre en cantidad suficiente para que la gente quedase harta. La situación económica de la familia era la que motivaba que fuese una carne u otra la consumida ese día, aunque ese día se "echaba la casa por la ventana". Los postres eran a base de arroz con leche o leche aderezada con bizcochos. Todo ello se regaba con el vino de la casa, que en ninguna solía faltar, y con licores caseros a base de aguardiente.
A veces la preparación de estas comidas de boda recaía en cocineras contratadas por las familias de los recién casados. Eran éstas mujeres del pueblo que se dedicaban a estos menesteres, por lo que se las podía considerar como cocineras profesionales para este tipo de acontecimientos.
Cuando ya la opípara comida estaba tocando a su fin, solían acercarse a la ventana de la casa un grupo espontáneo de amigos y vecinos que cantaban "Los pajarcillos".
Las estrofas de éstos cánticos podían ser:
Cantaban los pajarcillos
a la sombra de una noria,
y en su lenguaje decían:
viva la señora novia.
a lo que contestaban los de la boda, como estribillo:
Vivan y revivan
los señores novios vivan y revivan
y vivamos todos.
Una nueva estrofa se dedicaba al novio
Cantaban los pajarcillos
a la sombra de un olmo,
y en su lenguaje decían:
viva el señor novio.
contestando con el estribillo los de la boda.
No podían faltar estrofas que hiciesen alusión a la madrina y al padrino:
Cantaban los pajarcillos
a la sombra de una encina,
y en su lenguaje decían:
Viva la señá madrina.
Vivan y revivan...
Cantaban los pajarcillos
a la sombra de un negrillo,
y en su lenguaje decían:
viva el señor padrino.
Vivan y revivan...
Recibían estos improvisados cantantes, como obsequio, dulces y licor casero.
Nuevamente el baile ocupaba el resto de la tarde. Este solía ser muy concurrido, ya que a él acudía todo el pueblo: niños y mayores. Se celebraba en el "salón" o en alguna panera preparada al efecto. Después había un refresco que corría a cargo del padrino, que podía invitar a él a familiares o amigos de su parte; con el tiempo éste también fue competencia de la madrina. Se aprovechaba un receso en el baile para celebrar ese refresco.
Tras el baile de la tarde llegaba la hora de la cena. La abundancia de comida hacía que con lo que se había consumido al mediodía, y con algo más que se preparaba, estaba lista la cena. Se completaba con pasteles -borrachos-, bollos y pastas caseras, junto con el vino y los licores (9).
Después de la cena nuevamente el baile ocupaba a los invitados. Los mozos y mozas sacaban continuamente a bailar a los novios a fin de no dejarles que se escapasen y se fuesen a la cama.
Al día siguiente, que solía ser fiesta, pues las fechas de las bodas se elegían en víspera de fiesta, se reunían los familiares directos de los recién casados para terminar de comer lo que había sobrado del día anterior. Se hacía baile una vez más, con lo que se daba por concluida la boda.
Los gastos de la celebración de las amonestaciones y del día de la boda corría a cargo de ambas familias (10).
COSTUMBRES EN TORNO A LAS BODAS
No se pretende desligar las costumbres que a continuación vamos a traer a cuento, a pesar de no haberlas integrado en el desarrollo de la boda que anteriormente hemos expuesto. Hay algunas que pertenecen al noviazgo pero la mayoría son de boda. Aún se mantienen en algún caso, aunque no son específicas de esta localidad, ya que se dan en otros pueblos de la zona (11).
Pagar el piso o la media cántara:
Estas costumbres corresponden una al comienzo del noviazgo y otra al final del mismo. Tienen bastante separación en el tiempo, y aunque tienen un significado idéntico, una no suplía a la otra.
Pagar el piso (12), es un "impuesto" que debe pagar aquel mozo forastero que pretende a una moza de la localidad. Este pago le permitirá entrar a formar parte de los mozos de la localidad. El recaudador de esta especie de tributo, es el mozo de mayor edad. Como el pago solía ser en dinero, con él se compraba vino y alguna cosa más, y se tomaba en la cantina, a lo que asistían todos los mozos del pueblo.
La media cántara, es otro "impuesto", pero que no sustituía al "pago del piso". La víspera de la boda, si el novio era forastero, tenía que pagar "la media cántara", petición que hacía el mozo mayor. Con la aportación en metálico se compraba vino y pastas.
Quienes en su momento habían pagado "el piso", no se eximían de hacer lo propio con "la media cántara". Cuando la novia no vivía en el pueblo, pero sí sus padres, y prácticamente no había venido nunca al pueblo con el novio, éste no había pagado "el piso", por lo que al pagar la "media cántara" solía ser más espléndido. NAZARIO MATOS
A veces la preparación de estas comidas de boda recaía en cocineras contratadas por las familias de los recién casados. Eran éstas mujeres del pueblo que se dedicaban a estos menesteres, por lo que se las podía considerar como cocineras profesionales para este tipo de acontecimientos.
Cuando ya la opípara comida estaba tocando a su fin, solían acercarse a la ventana de la casa un grupo espontáneo de amigos y vecinos que cantaban "Los pajarcillos".
Las estrofas de éstos cánticos podían ser:
Cantaban los pajarcillos
a la sombra de una noria,
y en su lenguaje decían:
viva la señora novia.
a lo que contestaban los de la boda, como estribillo:
Vivan y revivan
los señores novios vivan y revivan
y vivamos todos.
Una nueva estrofa se dedicaba al novio
Cantaban los pajarcillos
a la sombra de un olmo,
y en su lenguaje decían:
viva el señor novio.
contestando con el estribillo los de la boda.
No podían faltar estrofas que hiciesen alusión a la madrina y al padrino:
Cantaban los pajarcillos
a la sombra de una encina,
y en su lenguaje decían:
Viva la señá madrina.
Vivan y revivan...
Cantaban los pajarcillos
a la sombra de un negrillo,
y en su lenguaje decían:
viva el señor padrino.
Vivan y revivan...
Recibían estos improvisados cantantes, como obsequio, dulces y licor casero.
Nuevamente el baile ocupaba el resto de la tarde. Este solía ser muy concurrido, ya que a él acudía todo el pueblo: niños y mayores. Se celebraba en el "salón" o en alguna panera preparada al efecto. Después había un refresco que corría a cargo del padrino, que podía invitar a él a familiares o amigos de su parte; con el tiempo éste también fue competencia de la madrina. Se aprovechaba un receso en el baile para celebrar ese refresco.
Tras el baile de la tarde llegaba la hora de la cena. La abundancia de comida hacía que con lo que se había consumido al mediodía, y con algo más que se preparaba, estaba lista la cena. Se completaba con pasteles -borrachos-, bollos y pastas caseras, junto con el vino y los licores (9).
Después de la cena nuevamente el baile ocupaba a los invitados. Los mozos y mozas sacaban continuamente a bailar a los novios a fin de no dejarles que se escapasen y se fuesen a la cama.
Al día siguiente, que solía ser fiesta, pues las fechas de las bodas se elegían en víspera de fiesta, se reunían los familiares directos de los recién casados para terminar de comer lo que había sobrado del día anterior. Se hacía baile una vez más, con lo que se daba por concluida la boda.
Los gastos de la celebración de las amonestaciones y del día de la boda corría a cargo de ambas familias (10).
COSTUMBRES EN TORNO A LAS BODAS
No se pretende desligar las costumbres que a continuación vamos a traer a cuento, a pesar de no haberlas integrado en el desarrollo de la boda que anteriormente hemos expuesto. Hay algunas que pertenecen al noviazgo pero la mayoría son de boda. Aún se mantienen en algún caso, aunque no son específicas de esta localidad, ya que se dan en otros pueblos de la zona (11).
Pagar el piso o la media cántara:
Estas costumbres corresponden una al comienzo del noviazgo y otra al final del mismo. Tienen bastante separación en el tiempo, y aunque tienen un significado idéntico, una no suplía a la otra.
Pagar el piso (12), es un "impuesto" que debe pagar aquel mozo forastero que pretende a una moza de la localidad. Este pago le permitirá entrar a formar parte de los mozos de la localidad. El recaudador de esta especie de tributo, es el mozo de mayor edad. Como el pago solía ser en dinero, con él se compraba vino y alguna cosa más, y se tomaba en la cantina, a lo que asistían todos los mozos del pueblo.
La media cántara, es otro "impuesto", pero que no sustituía al "pago del piso". La víspera de la boda, si el novio era forastero, tenía que pagar "la media cántara", petición que hacía el mozo mayor. Con la aportación en metálico se compraba vino y pastas.
Quienes en su momento habían pagado "el piso", no se eximían de hacer lo propio con "la media cántara". Cuando la novia no vivía en el pueblo, pero sí sus padres, y prácticamente no había venido nunca al pueblo con el novio, éste no había pagado "el piso", por lo que al pagar la "media cántara" solía ser más espléndido. NAZARIO MATOS