SE, COMO UN MUERTO
Era un venerable maestro. En sus ojos había un reconfortante destello de paz permanente. Sólo tenía un discípulo, al que paulatinamente iba immpartiendo la enseñanza mística. El cielo se había teñido de una hermosa tonalidad naranja-oro, cuando el maestro se dirigió al discípulo y le ordenó.
-Querido mío, mi muy querido, acercate al cementerio y, una vez allí, con toda la fuerza de tus pulmones, comienza a gritar toda clase de halagos a los muertos.
El discípulo caminó ... (ver texto completo)
Era un venerable maestro. En sus ojos había un reconfortante destello de paz permanente. Sólo tenía un discípulo, al que paulatinamente iba immpartiendo la enseñanza mística. El cielo se había teñido de una hermosa tonalidad naranja-oro, cuando el maestro se dirigió al discípulo y le ordenó.
-Querido mío, mi muy querido, acercate al cementerio y, una vez allí, con toda la fuerza de tus pulmones, comienza a gritar toda clase de halagos a los muertos.
El discípulo caminó ... (ver texto completo)