SORIA: Al-Mansur (el Victorioso) ...

Al-Mansur (el Victorioso)
Abi Amir Muhammad, alias al-Mansur (el Victorioso), ha pasado a la historia con el nombre de Almanzor; nace en España, en Torrox (Málaga), aproximadamente en el año 938, y muere en Bordecorex (Soria), el 11 de agosto de 1002, a la vuelta de su última razzia militar (la quincuagésimo sexta según las crónicas árabes).

Fue caudillo militar del Califato de Córdoba y Valido (fue nombrado Hayib en el año 978) del Califa Hisham II. Siendo muy joven llegó a Córdoba para estudiar lo que hoy podríamos denominar como Derecho y Literatura; su valía le llevó a ser escribano del Cadí de la capital, introduciéndose en el entramado califal.
La batalla de Calatañazor
Es el cronista castellano "el Tudense" (obispo Lucas de Tuy), quien, en su "Chronicon Mundi", escrito en el año 1236 por encargo de la reina Berenguela, cita por primera vez la batalla de Calatañazor, así como la frase que se haría famosa y que según el cronista repetía un pescador por la ribera del Guadalquivir:

"En calatanaçor perdio almançor el atambor, que quiere decir su alegria".

Respecto a la muerte de Almanzor escribe "el Tudense": "Mas Almanzor, desde ese día que fue vencido -se refiere a la batalla de Calatañazor-, nunca quiso comer ni beber y llegando a la ciudad que se dice Medinaceli murió".

Almanzor contrajo "matrimonio" con las hijas de sus tres máximos rivales: Con Oneca de Castilla, hija del Conde de Castilla Garcí Fernández; con Teresa de León, hija del Rey Bermudo II de León; y finalmente, manteniendo la tradición de los califas anteriores, con Abda Sánchez (la vascona), hija del Rey Sancho Garcés II de Navarra. El hijo de ambos, Abderramán, apodado "Sanchuelo" por el gran parecido que tenía con su abuelo Sancho, llegaría a reinar en el califato de Córdoba tras la muerte de Almanzor y la del primogénito de éste Abd al-Malik.

Retrato de Almanzor. Zurbarán.

Algunos historiadores opinan que la batalla de Calatañazor no existió por una simple cuestión de anacronismo (figuran los fallecimientos de Sancho Garcés II en el año 994, Garcí Fernández en el 995 y Bermudo II de León en el 999; datando la batalla de 1002). No obstante, no sería descabellado pensar que Almanzor -que mantenía cautivas a las hijas de sus máximos enemigos-, tras someter a cautiverio a sus tres "suegros" y perdonarles la vida a cambio de su abdicación, fuese objeto de una celada en Calatañazor urdida por aquellos a los que liberó, movidos por el odio y el afán de venganza. Almanzor tuvo que huir al ser herido en el escarceo o encontrarse ya enfermo, tal y como asevera "el Tudense".


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