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SORIA: BUSCANDO A CAFFARENA...

Y digo yo que algo tendrá de zahorí Antonio Ruiz Vega, pero no de esos que poseen la habilidad de encontrar el agua subterránea con la ayuda de una varita, sino zahorí de los libros, de las letras, de los que descubren en las librerías de viejo los manantiales de la cultura general y de la soriana en particular y preferentemente. Sólo así me explico que hace años hallase, y rescatase de un injusto olvido, dos libros que, aparentemente, y a juzgar por sus títulos y el nombre del autor, nada hacía suponer que guardasen relación con Soria y su tierra. Me refiero, claro está, a “Poesía de nueve lustros” y “A manera de memorias” de Rafael Caffarena Robles, leitmotiv de estas líneas.
Recuerdo que la lectura del artículo que mencioné al principio me produjo sorpresa y satisfacción. Lo primero, porque nada sabía de la existencia de un excelente poeta llamado Caffarena y menos de que hubiese tenido cualquier relación con Soria; y lo segundo, porque alguien de un lugar tan lejano como Málaga, en donde vivo mi exilio desde hace años, hubiese demostrado un cariño y sensibilidad hacia la tierra soriana que echo en falta en más de un paisano de la diáspora. Podría hablar, por cierto, del descorazonamiento que produce comprobar la indiferencia y el desinterés ante cualquier proposición, entre ellas la suscripción a la revista que el lector tiene en sus manos, que muestran algunos sorianos con pedigrí de no sé cuantas generaciones y a los que, por su situación y titulaciones, cabría suponerles un mínimo arraigo, y cierta sensibilidad hacia la cultura de la tierra que les vio nacer. En fin, con su pan se lo coman. Comprensible, pues, y con mayor motivo, mi reconocimiento, respeto y estima hacia la persona de Rafael Caffarena.

BUSCANDO A CAFFARENA...

En el pasado mes de enero, Antonio me pide el favor de que busque alguna fotografía de este poeta e investigador de nuestro folklore para un trabajo de “Cuadernos de Etnología Soriana”. He de reconocer que, tantos años después, me había olvidado por completo del autor, del que desconocía todo: cuánto tiempo habría transcurrido desde su muerte (lo suponía, erróneamente, ya maduro a principios del siglo, por la fecha de sus poemas), título de sus obras... y del que sólo recordaba vagamente su apellido. Con mi mejor voluntad, y poco ducho en este tipo de cosas, dirigí mis pasos hacia el camino que me parecía más lógico: el periódico “Sur”, en el que colaboró con algunos artículos, según mis informaciones, dejando las bibliotecas para más tarde, por si me fallaba la primera fuente. Desconocía a estas alturas que, sin pretenderlo, iba a descubrir a un personaje más que interesante al que en su Málaga natal –nadie suele ser poeta, o profeta, en su tierra- quizá no se le hayan reconocido como merece sus indudables méritos. Pero no adelantemos acontecimientos.

BUSCANDO A CAFFARENA

En el servicio de documentación del periódico me llevé la primera decepción, no sólo porque no existían fotos suyas, sino porque nadie pudo, o supo, darme referencia alguna de su persona ni de su obra, aunque, muy amablemente por cierto, con la amabilidad que caracteriza a la gente de aquí, me enviaron al archivo de un fotógrafo veterano al que suelen recurrir los estudiosos y buscadores de fotografías antiguas. Después de algunos titubeos, di en una callejuela con un portaluco más propio de los personajes de Oliver Twist que de una ciudad meridional en los albores del XXI, en cuya buhardilla un Fagin reencarnado buscó infructuosamente en su vademécum fotográfico el objeto de mi visita. Ahorro al lector, por no cansarle, otros detalles que, aunque interesantes, harían prolijo el relato.
Después de mi fracaso en el despacho de Manuel Ocón, “Maestro afilador e investigador de la cultura y la historia de Málaga. Espacio para la tertulia y una referencia cultural de los malagueños”, según reza una inscripción a la puerta de su negocio en el popular Pasaje Chinitas, poseedor de una amplísima biblioteca de varios miles de ejemplares, descendiente de analfabetos y sin títulos académicos que colgar en sus paredes, ni maldita falta que le hacen, me quedaba el recurso de los archivos bibliotecarios. Y el atento director de la biblioteca “Generación del 27” me proporcionó unas fotos... Satisfecho por haber cumplido el encargo, llamé a Antonio para decirle que ya tenía varios retratos de Ángel Caffarena Such. Que no, que ese no es, que el que nos interesa es Rafael Caffarena Robles...
Respuestas ya existentes para el anterior mensaje:
BUSCANDO A CAFFARENA

A estas alturas, cansado de buscar en balde, y sin nadie que supiera darme norte, lo hubiera dejado, cuando caí en la cuenta de que el camino más corto y quizá más fácil lo tenía delante: la guía de teléfonos. Y así, de llamada en llamada, de pariente en pariente, salvando recelos comprensibles y sin que faltasen los despistados, una anciana me dirigió a un supuesto nieto o biznieto... que luego resultó ser hijo y al que encontré en la farmacia Caffarena.
Con Ignacio Caffarena, ... (ver texto completo)