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SORIA: Y en efecto, para ese proyecto, el maestro debía ser...

Por su interés, transcribo un artículo de Jaime Martínez Bonafé, profesor de Didáctica de la Universidad de Valencia.

¿El primer ciudadano de la República?

En este país hubo una vez un Ministro de Educación que declaró al maestro “el primer ciudadano de la República”. Yo esto lo he estudiado en los libros y lo he indagado en las publicaciones de la época (me refiero a la II República Española). Pero también lo he escuchado de voces sabias que vivieron aquel momento, como Josefina Aldecoa, José Luis Sampedro, Francisco González Ledesma y Gonzalo Anaya. También siendo adolescente conocí, en su exilio en un pueblecito del alto Garona, en Francia, a Félix Carrasquer. Con las primeras luces que me regaló este ya entonces viejecito que vivía en las penumbras de la ceguera, fui descubriendo un hermosos proyecto pedagógico revolucionario que, bebiendo de fuentes muy diversas (Ferrer i Guardia, La Escuela Nueva o Freinet), pretendía educadores comprometidos con una educación liberadora. Y desde entonces yo también he creído que los niños de cualquier país se merecen los mejores maestros, que es decir, las mejores políticas que les nutran de los mejores saberes docentes. También creo que los maestros se merecen la mejor sociedad civil, que en este asunto quiere decir padres y madres activos, dinámicos y partícipes en el proyecto educativo de sus hijos. Y en fin, también una televisión que no embrutezca a niños y mayores, unos medios de comunicación que informen e iluminen, y bueno, así, así, llenaríamos la carta a los reyes magos. Pero no, esto empezó con la República y a ella volvemos. Lo que quería decir es que hubo un proyecto social, político y cultural que confiaba en los maestros, que sabía de su importancia estratégica en la regeneración social, que necesitaba y por eso buscaba gente preparada y comprometida con “la causa” de la educación.

Y en efecto, para ese proyecto, el maestro debía ser “el primer ciudadano de la República”. Es verdad que aquello pasó hace mucho tiempo, que los tiempos son distintos, y que ese hermoso sueño pedagógico fue perseguido y derrotado por el golpe militar del 18 de julio de 1936. Y que ahora vivimos con un régimen de Monarquía parlamentaria que, de alguna manera, nació de olvidar un poco aquella experiencia social y política republicana. Todo esto viene a cuento porque ahora mismo estamos en las diferentes universidades españolas reformando los currículos de la formación inicial del maestro. ¿Creen ustedes que en los debates y reflexiones está primando la idea de formar a quien ha de reconocer se en la expresión del primer ciudadano de la República? –bueno, o Reino, que no es lo mismo pero, para el caso, nos entendemos ¿no? Pues yo, por lo que voy conociendo, tengo mis serias dudas. Creo, al contrario, que para la deliberación y la toma de decisiones están primando otros criterios muy alejados de aquella idea del maestro militante de la cultura y el progreso, comprometido con la justicia y defensor del derecho de todo niño y de toda niña a crecer en libertad, a desarrollar su madurez plena, a aprender a vivir dialogando consigo y con los demás para sostener y cultivar todo lo hermosos de este mundo. Creo que no, creo que no estamos a la altura de aquel listón tan alto que nos legó la República.