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DEZA: La Soledad y vestir los Santos....

Hoy a media mañana, si uno tuviese la oportunidad de estar allí, en la ermita de la Soledad, podría sin duda, repetir una imagen semejante a esta, (ya histórica), de gran ternura. Porque hoy es cuando cambian el vestido a la Virgen y al Nazareno para que estén "guapos" cuando vayan a la iglesia parroquial, en visita anual, siempre y cada Semana Santa. Allí permanecerán trece días expuestos a la veneración de sus devotos que se mirarán con ojos de ternura recíprocamente, aprovechando esos momentos para pedir aquel favor que se resiste, la suerte de ese hijo que se halla lejos, la salud de la madre enferma...

Después de vestir los santos, las mismas mujeres eran las que lo anunciaban desde la torre con un bandeo de campanas.
¿Se hace todavía o se anuncia simplemente con un repique, estirando la cuerda desde la sacristía...?

Esperamos alguna respuesta, amigos.

Un feliz día y un abrazo.

La Soledad y vestir los Santos.

“Recuerdos de mi pueblo Deza

"Composición de lugar: La Cuaresma. Los días van pasando camino de Semana Santa. Cada viernes se celebra al anochecer, en la iglesia, el solemne Miserere con rosario, sermón y cantos comunitario acompañados por el órgano que dejará sentir sus mejores notas, en aquella noche triste en la que los corazones se senten arrepentidos de sus faltas e imploran al Señor su misericordia infinita. Todo el pueblo acude a la iglesia a honrar a su Cristo al que van dirigidas tantas y tantas plegarias de sus fieles. Es un vivo recuerdo que todavía conservo fresco en mi memoria. Los chicos esperábamos los viernes de cuaresma con mucha ilusión pues llegarías un poco más tarde a casa en plena noche, ya a oscuras; pero acompañado de tus padres con los cuales te sentías protegido.
La gente, mientras tanto en su casa o con los amigos iba preparando la limonada. La limonada no es otra cosa que un vino dulce a base de azúcar y al que se le añade cierta cantidad de vino hervido con peladuras de limón y un poco de canela, al gusto de cada cual. Se dejaba macerar unos días al cabo de los cuales ya estaba lista para consumir; eso sí, con prudencia y tino pues se sube a la cabeza muy fácilmente al entrar en el estómago con tanta suavidad. La costumbre sigue en activo en la actualidad. En casi todas las casas que visites esos días, te ofrecerán un vasito para que la pruebes. Comprobarás que ninguna es igual en el sabor y dulzor ya que generalmente no se usan los mismos vinos de procedencia y graduación y los ingredientes varían de unas a otras.
Nosotros en Deza tenemos en la ermita de La Soledad nuestros Santos. Primeramente hay que decir que La Soledad es una pequeña construcción levantada al final de la Calle de La Solana, ya en las afueras del pueblo, en una bifurcación de caminos que nos pueden llevar a las eras, al Suso, al campo después de subir el Alto de Las Escaleras y a San Roque siguiendo el camino viejo del Calvario que ya está en desuso. Ha quedado reemplazo por la carretera de La Alameda que pasa a unos metros de donde nos encontramos.
La ermita, de porte sencillo y sin ningún adorno arquitectónico, está muy bien conservada en conjunto y tiene servicio de luz eléctrica. En su interior se guardan durante todo el año las imágenes de La Virgen de la Soledad, Jesús Nazareno y el Ecce Homo, comúnmente llamado el desnudo. Son tres imágenes preciosas. Mi madre solía decir que de todas las que había visto, eran las más bonitas, con diferencia. Yo creo que tenía razón pues tienen una fisonomía y un algo que te cautivan. Claro que también interviene en este caso, el orgullo local de lo nuestro, aunque muchas veces, el valor sentimental vale mucho más que la valía artística.
Aunque he dicho que las imágenes se guardan allá todo el año, hay una pequeña excepción que se repite cada cuaresma y otra eventualidad que puede producirse cuando se hacen rogativas para pedir la lluvia y se saca el Santo Cristo.
Los Santos se traían y se siguen trayendo en procesión a la iglesia, el domingo que antecede al Domingo de Ramos; pero antes de esa fecha se mudan de vestido a la Virgen y al Nazareno. (Al Desnudo no hace falta pues la poca que lleva, entra dentro de la composición de la escultura de la imagen). Es el sábado anterior y se llama el día de vestir a los santos. A la ceremonia de vestir los santos, solamente podían asistir mujeres, bajo la dirección de la tia Juliana, camarera de la Virgen que era la que guardaba y se cuidaba de la ropa. El cambio de vestido se hacía a puerta cerrada dentro de la ermita. La fiesta, al acabar, iba acompañada de bandeo de campanas y eran las mozas las que subían a tocarlas. No recuerdo ninguna otra fecha en que las mujeres subieran a la torre.
La Virgen lucía y sigue luciendo sus mejores galas: Un manto precioso, bordado en oro, que cubriéndole la cabeza, le cae por los hombros y la espalda hasta la peana; una cofia, unos puños y un vestido hechos de encaje, adornado el pecho con unos rosarios antiguos de quién sabe la procedencia.
En aquellos tiempos, el hijo que yace muerto en su regazo después del descendimiento de la cruz, cubría su desnudez, (no se si por un falso pudor o por qué) un manto almidonado hecho artesanalmente a ganchillo. Por ello quizá se decía “El Niño” porque nada más se le veía la cara. Hoy se puede observar con toda su belleza la imagen del Hijo de Dios muerto, entre los brazos de una mujer, María su madre, deshecha por la soledad y el dolor.
A Jesús “El Nazareno” podremos contemplarlo vestido con su sayo de morado, que diría el poeta, un sayo de lujo para un Dios que carga sobre sus hombros, todas nuestras culpas en forma de Cruz, tambaleante, camino del Calvario, en nuestro caso caminando de ida y vuelta por La Calle de La Solana.
El “Desnudo” o sea el Ecce Homo, nos dejará el alma herida al igual que aquel cuerpo que estamos observando ajado y torturado por los golpes de otros hombres sin piedad. Lo que no comprendo es el significado de la cuerda que lleva atada al cuello dicha imagen. No la he visto en ninguna parte.
La venida hacía la iglesia se realiza en la mañana radiante del domingo ya anunciado, a hombros de buenos mozos, entre cantos de dolor que nos anuncian ya la proximidad de La Pasión del Señor y el bandeo de campanas pregonando a los cuatro vientos, fiesta por todo lo alto.
Una vez que se llegaba a la iglesia cada cofradía tenía y tiene su lugar habitual en donde permanecerán expuestas las imágenes, a la veneración popular durante trece días entre los cuales se celebra un novenario en honor de Nuestra Señora de La Soledad. Trece días en los que cada dezano, escogerá el santo de su devoción para suplicarle que interceda por sus cosas y por su familia."

Un abrazo.