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DEZA: Más de uno que hemos leído previamente este artículo...

¿Se emocionaron ustedes con “La Lengua de las Mariposas? ¿Apretaron los puños en la butaca con el relato de “Hoy empieza todo”? Pues en esos personajes había un maestro con una enorme sabiduría alimentada cada día desde las entrañas del compromiso. ¿Cómo fue cultivada? ¿Qué aprendieron esos maestros? ¿Qué leían? ¿Dónde escucharon y contrastaron? ¿Con qué experiencias iniciaron un modo de conocer reflexivo, crítico, transformador? Como ustedes saben, hay una agencia externa al Ministerio y a las Universidades, la ANECA, que se encarga de otorgar validez a los títulos universitarios propuestos. Me parece que las preguntas anteriores están muy alejadas de las preocupaciones administrativas y burocráticas con las que legitiman las nuevas propuestas del Grado de Maestro. Pero tampoco aquellas preguntas estuvieron en las Comisiones elaboradoras de títulos. Otros son los intereses: cuánto nos repartimos cada área de conocimiento, y cuánta más influencia voy a tener yo que tú en la nueva formación del maestro. No podía ser de otra manera: todo sabe está cruzado por las relaciones de poder. Pero, ¡caramba!, en este juego miserable de influencias la Universidad puede estar alimentando una importante crisis de hegemonía y, al final, todos nos daremos cuenta de que lo que en ella se imparte nos otorga un papelito con un título, pero el saber y la alta cultura, el pensamiento crítico, y los conocimientos ejemplares científicos y humanistas, esos los vamos a tener que cosechar en otras huertas donde se habló menos del “diseño de competencias” y mucho más del sujeto y el saber de emancipación.

Más de uno que hemos leído previamente este artículo del profesor Jaime Martínez compartimos su opinión. Opinión que nos mueve a algunas reflexiones y, lamentablemente, a constatar algunas certezas.
Dice que los maestros se merecen la mejor sociedad civil. ¿Es la actual -pregunto- la mejor sociedad civil con que se encuentra la escuela? ¿Qué hay de esos padres y madres activos, dinámicos y partícipes en el proyecto educativo de sus hijos? ¿En qué proporción de esta sociedad actual se ajustan a ese perfil?
¿Y qué decir de la televisión? Si hacemos un muestreo del contenido de la programación y de los programas más vistos, ¿qué hay no ya de programas educativos, sino de esa televisión que no embrutezca a niños y mayores? ¿Realmente los medios de comunicación informan o iluminan, o más bien arriman el ascua a la respectiva sardina? ¿Existe hoy un proyecto social, político y cultural que confíe y apoye a los maestros? ¿Hay verdadera voluntad política en buscar la regeneración social? ¿Realmente interesa formar ciudadanos que piensen libremente, de forma crítica e independiente? ¿Interesa una escuela alejada de la influencia partidista de unos u otros?
Por la propia experiencia podríamos contestar a todas estas cuestiones, pero que cada uno de los que se aventuran por este foro que se responda a sí mismo. Yo lo tengo claro desde hace mucho tiempo.