BLACOS: LA SANTA COMIDA...

LA SANTA COMIDA

Dado lo cortos que son los anteriores mensajes, y afectado por las críticas mordaces de mi primo, que aunque él no lo sepa me hacen mucho daño, voy a tener que ser yo también breve para evitar estar en boca de esa pandilla de cotillas envidiosos. Yo me lo propongo pero luego no puedo y es que eso de "breve y bueno, dos veces bueno", pues depende paqué. Puede ser bueno que un discurso sea breve, pero a mí no me parece tan bueno que la felicidad sea breve. Puede ser bueno, e incluso recomendable, que los escritos en esta página sean breves. Pero ya no me parece tan bien que el placer de leer un argumento espeso sea breve si el que lo lee está disfrutando. En fin, que dentro de este mar de dudas que siempre me preocupa cuando me pongo enfrente de esta página, he decidido que voy a hacer lo que me de la gana, como siempre. Y dicho esto os cuento que llevo varios días en un sin vivir. Primero porque Navarra parecía Venecia y se ha inundado hasta la luna cuando pasaba por aquí. Y cuando parecía que escampaba llega el temporal de Osasuna que ha arrastrado toda la dignidad de uno de los equipos de fútbol más dignos de la historia del fútbol español. Y ante tanta preocupación me asaltó un relámpago religioso y decidí hacer una peregrinación. El sábado me fui andando desde Pamplona hasta el Castillo de Javier, donde nació el patrón de Navarra San Francisco Javier. En los 43 kilómetros de caminata iba pensando en lo que le quería pedir al santo. Por un lado que salga el sol y deje de llover, y por otro que haga que devuelvan todo el dinero esa cuadrilla de mangantes que se lo han llevado crudo. Hasta ahí todo bien. Pero nada más llegar a la explanada del castillo me encontré con el arzobispo de Pamplona, al que conocí en Valdealvillo. Le recordé nuestra coincidencia soriana, hicimos alguna que otra broma y nos contamos algún que otro chascarrillo, dentro de la fe, claro está. Y de repente va Monseñor Pérez (así se llama), y se pone serio, y me empieza a hablar del sacrilegio que cometemos en Blacos cada Viernes Santo con esa bacanal gastronómica que nos pegamos, lejos de cualquier precepto religioso y totalmente irreverente con una fecha tan señalada. Bueno, bueno, lo que salió por su boca. Me dijo que Chus está excomulgada, que su ayudante, Vicente, está en busca y captura por todos los ángeles del cielo, que Iñaki tiene reservado un sillón de honor en el sitio más caliente del infierno, y que todos los demás estamos acusados de colaboradores necesarios y que la penitencia que nos ha impuesto el que manda supera los 300 años de padre nuestros. Y que después llegan las Ave Marías.
Yo le dije a este señor, ya le quité el título de Monseñor, que me venía muy bien que me lo dijera en ese lugar y en ese momento porque así podía hablar con San Franscico Javier, que manda mucho más que él y que iba a intentar una rebaja de condena.
Dicho y hecho. Entré en el castillo, puse la mejor cara que tengo, me postré a sus pies y empecé mi particular rosario. Le dije que Chus es un alma altruista, que encuentra su felicidad en satisfacer las necesidades de los demás, que es una bendita, que ha hecho el Camino de Santiago sin rechistar. Y también le añadí que todas las Semanas Santas va a la iglesia a hablar con San Acacio, que le enseña el menú y que nuestro santo nunca ha puesto demasiados reparos a la carta. De Vicente le dije poca cosa, porque resulta que el santo ya lo conocía porque una vez pasó por Soria y echó una partidita con él en El Abeto. Me dejó con la boca abierta, y todavía más cuando me añadió que ya muchos años antes lo había visto de pequeño en La Caseta y que en ese momento Vicente estaba rezando un rosario (¿?). Bueno parece que todo iba bien. Y entonces le dije que Iñaki ha nacido para esto, para organizar cualquier cosa, pero que lo de organizar y repartir en las comidas se le da muy bien. Que él no entra en el menú de la chef, que se limita a hacer cuentas para saber las proporciones necesarias, que también lo ha hablado con la Virgen de Arantzazu y que como buena donostiarra siempre defiende una buena comida, porque (esto lo digo yo) una comida nunca puede ser la antesala de ningún pecado. Bueno parecía que la cosa iba bien. Así que me crecí y le dije al santo que la comida era un acto de fraternidad, un punto de unión de un pueblo que necesita sentarse a la mesa para probar los manjares de la convivencia y del encuentro. Y que al fin y al cabo lo que se celebra en Semana Santa es un encuentro, el de Jesús con su padre. Pues que lo viera así, que la única oportunidad que teníamos de juntarnos era mediante una comida, una comida en la que los ingredientes son secundarios e incluso superfluos. Ah ¡y también le dije que comíamos carne por hacer una labor social, ya que hay vecinos del pueblo que tienen carnicería y también queremos contribuir a su bienestar económico. Y arriesgándome, le puntualicé que si alguien tuviera pescadería comeríamos pescado, pero que no es el caso o que al menos no conocemos a nadie.

Y cuando estaba a punto de acabar me hizo una afirmación y una pregunta que me dejaron perplejo. La afirmación fue, " Por Dios, al Baraka darle doble ración a ver si conseguimos enderezarlo". Y la pregunta ¿En qué pueblo, que día y a qué hora has dicho que es la comida?. Se lo contesté y el santo se volvió al monaguillo y le dijo, " Fermín, apunta en mi agenda. Blacos, viernes 3 de abril comida con mi amigo Alejandro y sus vecinos. Ah ¡y llama al chófer y que vaya programando el GPS no nos vayamos a perder".
Creo que entendí claramente que hay que reservar una o dos sillas más este año.