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BLACOS: Martínez Laseca, J. M nombra a Blacos al escribir sobre...

Martínez Laseca, J. M nombra a Blacos al escribir sobre la fiesta de Carnaval llamada la Barrosa (Abejar) en la "Revista de Folklore" nº 71, año 1986, Páginas 147-151

Opina que el nombre hace referencia a un bóvido de piel oscura y que se enmarca
dentro de las celebraciones carnavalescas, época en las que emanan las transgresiones colectivas. Considera a La Barrosa “como un dios encarnado, un auténtico médium entre las divinidades de la bóveda celeste y los humanos, que habrá de salvaguardar con su pasión y muerte la supervivencia de la tribu, garantizando la feracidad de los campos a la par que ahuyentando el terrible fantasma de la esterilidad”. Nos dice como novedades que la decoración de la vaca correspondía a los mozos y que el Barrosero Mayor desempeñaba el cargo de alcalde por un día; que el recorrido de cuestación se interrumpía cuando se llegaba a una casa donde ha habido un fallecimiento reciente y que lo recogido se empleaba en una comida comunal. Pospone el echarle el vino a los Barroseros muertos de un disparo a que entren en el cuarto del salón, que, como consecuencia de ese vino, resucitan y se incorporan al baile. Como localidades
sorianas con celebraciones parecidas cita Muriel de la Fuente, donde junto a la vaca, aparece un “perico pajas” al que llevan montado en una burra, y Blacos, donde, además, se leía un “editorial del perico”, donde se enmarcaba lo gracioso y picaresco del año. Acepta la propuesta de Caro Baroja de su vinculación a las calendas romanas de enero y su conexión con las decoraciones numantinas que podrían demostrar un culto al toro. Por esto acaba decantándose por las connotaciones mágico-religiosas de los cultos mistéricos a Mitra y a Atis. Del culto al segundo destaca que los participantes se hacían brotar sangre, para fortalecer la resurrección del pastor frigio, lo que provocaba un desenfreno total, pudiendo hacer o decir lo que quisiesen. Del culto a Mitra, destaca el “taurobolio”, o sacrificio ritual de un toro, cuya sangre empapaba al neófito, haciéndole nacer a una nueva vida y perdonándole los pecados. Recuerda que en
Roma se le veneraba en la fiesta del “nacimiento del sol”, que coincidía con el solsticio de invierno y que este ritual pudo ser traído por las legiones romanas.

En esta página alguno/a recuerda al Perico Pajas, una no tiene esa suerte, me lo imagino solamente.

Saludos a todas/todos en Carnaval.