MUÑOPEDRO: EN TORNO A MUÑOPEDRO, SEMANA CULTRURAL 2018...

EN TORNO A MUÑOPEDRO, SEMANA CULTRURAL 2018

“No es lo mismo hacer la fiesta que ser una fiesta”.

Este es uno de esos pueblos
cuyo final no parece posible,
más bien renace como buscando su adolescencia,
aprendiendo la palabra con la que ha de hablar
y el silencio en que a veces ha de sumirse
como secreto de su inmortalidad.

Aquí siguen tañendo las campañas
como lo hicieran antaño,
en otra edad que se fue deslizando
hacia el infinito de un cielo antiguo,
pero el espacio sigue joven,
lleno de esperanza y celebraciones.

Sigue el nido de la cigüeña en la torre
como símbolo de estos lugares,
pero desde él se divisan nuevos colores
surgidos de la modernidad:
criaturas llenas de vida,
alegres en un espacio violeta,
que hace concebir esperanzas
y preservar las celebraciones
como algo que viene al jardín
de los vivos, de la memoria colectiva
con deseos de trascendencia.

Cada uno desde su momento
procura hacer feliz al otro,
bajo el trozo de cielo que nos cubre
adornado, a veces de nubes blancas
sobre fondo azul, colgadas en el aire
de un mundo que sigue latiendo
y que nos ata, o nos hace libres
para vivir en esta hornacina
o pueblo que el devenir va renovando
con su poder festivo.

Y luego Muñopedro
que se siente hijo de Dios,
acude con devoción a su Virgen
del Buen Suceso.
En ella pone todo su ser:
la cabeza, el corazón y el cariño
y se hace niño
y la Virgen Madre
y surge el hermoso binomio
camino del Padre.

Y en

la plaza mayor de verde vivo,
la embellece su vegetación.
Por ella camina la vida,
por la noche se reúne
la chiquillería
que arrastra a padres y abuelos
para jugar, vivir y convivir
y cargarla de historias
y de cosas sencillas
entre pinos y prunus,
la fuente y una farola,
juguetes y bicicletas,
carreras y vocerío
que la vida se renueva
y en frente el Ayuntamiento
dando carácter al entorno.
Por todo el casco urbano
bajo los sobrios tejados sobre cornisas,
aparece la memoria de las calles,
como un archivador de la ciudad,
que presenta en rectangulares fichas,
en su mayoría,
el nombre de cada calle.
Nombres de una historia
que dejaron su huella,
porque fueron y son ciudad
y la ciudad son calles que están en la calle.

Y en la de Acedos

“El olor a pan del horno
voló con el panadero,
que sin testigo certero,
se fue con él del contorno.
¿Supuso pues, un bochorno
ese testigo o relevo?.
A problema no lo elevo,
fue seña de identidad,
no es pues, una vanidad,
es una pérdida, un duelo”.