OFERTA LUZ: 5 Cts/kWh

SERRADILLA DEL LLANO: Mi contestación al futuro novelista D. Anibal Jaiser...

Mi contestación al futuro novelista D. Anibal Jaiser sobre la que D. Marcial denomina “La Batalla de Porteros” me ha llevado a dar un nuevo vistazo a su interesante obra ”Apuntes para una historia de Serradilla del Llano” cuya lectura y relectura tantos buenos ratos me suele proporcionar.
Al ser una obra de madurez da detalles que yo no he conocido o avanza hipótesis, casi siempre fundadas, lo cual estimula mis averiguaciones en busca de confirmación, complementación o rectificación.
Respecto a la Iglesia quiero dar algunas indicaciones que complementen las suyas. Habla del suelo de cemento que describe con ágil pluma. Fue realizado en tiempos de D. José Atilano sobre el año 1934, más o menos, substituyendo al muy deteriorado de madera anterior. Se excluyó la parte del presbiterio y la sacristía cuyos entablillados se conservaba bien.
Habla de la viguería y su labra a destral. Debió ser una reparación no muy anterior. Escuché alguna vez al Sr. Domingo decir que las vigas procedían de castaños del Castañar y a algunos sacerdotes, cuando se reunían para las confesiones, ponderar la altura que debieron alcanzar los castaños para dar unas vigas de tal grosor, prácticamente igual en la base que en la cima. Creo, además, que la obra era relativamente reciente porque el cielo raso, todo él de largas láminas de madera, se conservaba totalmente limpio y sin manchas de humedad, que fueron frecuentes años más tarde.
Habla de tumbas que aparecieron en el subsuelo, tanto de la propia iglesia como fuera de ella, durante la última reestructuración. En sus primeras muy posibles dos estructuras de la iglesia se enterraban los difuntos dentro de la misma y, al menos la más antigua, ocupaba mayor superficie que la actual.
Habla también de unos cuadros entre la columnas salomónicas que daban la sensación de sostener el hueco en cruz del retablo. La noticia ha venido a llenar una zona de sombra en mi memoria, pues no recordaba qué había entre las dobles columnas de cada lado. ¡Lástima que se perdiera el retablo, pues eran de una sobria pero artística belleza! Con alguna reparación seguiría siendo lo más meritorio de nuestra iglesia.
Durante mi infancia presidía dicho altar el Cristo del Buen Suceso, pero cumpliendo una orden del obispo de entonces, el Dr. Yurramendi, si mal no recuerdo, D. Esteban Martínez tuvo que entronizar a Santa Catalina por ser la titular de la parroquia. Quizá para llenar el hueco dejado por la santa se adquiriera el San Antonio. Para entonces yo ya me hallaba muy lejos del pueblo.
Habla también Marcial del Altar de Nuestra Señora de la Pera, -otros dirían de la Poma- o del Rosario, sobredorado en oro fino. No lo recuerdo como muy artístico, aunque si sobredorado. Debió ser idéntico al que había, muy similar, si no igual, a la derecha, dedicado al Cristo de la Vera Cruz pero si dorar. Ambos se hallaban fuera del presbiterio, en los ángulos que formaban las paredes laterales con el arco transversal que dividía el presbiterio del resto de la iglesia. En la partida de defunción de D. Domingo Rubio Atilano, año 1745, se dice que ordena un donativo de “300 reales de vellón para dorar el altar de Ntra. Sra. del Rosario”.
Supone Marcial que tanto el altar del Cristo como el de Ntra. Sra. Del Rosario no fueron construidos para la iglesia sino que proceden de la derruida iglesia de Porteros. Después de conocer por Internet los varios detalles que he conocido en las partidas de defunciones que he podido manejar recientemente, debo disentir de esta hipótesis - Pero esto para otra intervención.